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Dos zarpazos de colíder

Dos goles del colombiano, el segundo en el suspiro final del partido, reafirma al equipo de Simeone como alternativa al título en un partido trepidante en el que fue superior al Málaga

Ladislao J. Moñino
Falcao, ante Weligton e Iturra
Falcao, ante Weligton e IturraEmilio Naranjo (EFE)

Dos partidos ganados en el último minuto. El del Viktoria, en la Liga Europa, y el de ayer. No es casualidad este cambio de tendencia en el Atlético. Tiene ambición y eso le llevó al triunfo final. Un guion cambiante respecto a sus desdichas pasadas. Donde antes había dramas de última hora hay ahora festejos en el último suspiro. En una dejada de cabeza tras una falta lateral, Falcao metió la pierna por debajo de un defensa del Málaga y aupó a su equipo hasta el coliderato. No conoce la derrota en lo que va de curso este Atlético, empujado desde la fe en un modelo de trabajo y en ese fútbol visceral que le hace brotar su entrenador. Mereció la victoria el equipo de Simeone, que nunca se arrugó. Ahora mismo es un conjunto de jugadores convencidos de que están en una dinámica ganadora inspirada en una filosofía en la que no se regala nada. Es un equipo que entrega hasta la última gota de esfuerzo. Cuando no pudo empujar con la pelota, empujó con el corazón. El segundo tanto de Falcao es el fiel reflejo de esa tropa que ahora se cree invencible, que no se dobla en las dificultades.

ATLÉTICO, 2 - MÁLAGA, 1

Atlético: Courtois; Juanfran, Godín, Miranda, Filipe Luis; Mario Suárez, Gabi; Adrián (Raúl García, m. 69), Emre (Cebolla Rodríguez, m. 60), Arda (Tiago, m. 92); y Falcao. No utilizados: Asenjo; Cisma, Cata Díaz y Diego Costa.

Málaga: Caballero; Gámez, Demichelis, Weligton; Camacho, Iturra (Recio, m. 60); Joaquín, Isco (Portillo, m. 78), Eliseu; y Santa Cruz (Saviola, m. 46). No utilizados: Kameni; Onyewu, Duda y Seba Fernández.

Goles: 1-0. M. 5. Falcao. 1-1. M. 36. Santa Cruz. 2-1. M. 90. Falcao.

Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Filipe Luis, Arda, Camacho, Iturra, Mario Suárez, Falcao y Monreal.

Unos 50.000 espectadores en el Calderón.

Aparece siempre el instinto del colombiano, pero en las citas importantes con más autoridad aún. En todo el mundo no hay delantero que mejor domine el área, que la gobierne con esos zarpazos inesperados porque tiende a atacar a la espalda de sus defensas. Nunca le esperan, pero siempre está.

El fútbol legitimó al Atlético y al Málaga como ocupantes de la zona noble del campeonato

El fútbol legitimó al Atlético y al Málaga como ocupantes de la zona noble del campeonato. No se sabe hasta dónde llegarán, pero sí que cada uno transitará con una creencia infinita en su estilo. Cada uno jugó en su verdad. La del Atlético, agresiva, punzante, directa. La del Málaga, más fina, articulada con más retórica desde el toque. Menos constante en el global del partido porque el Atlético buscó permanentemente ese golpe definitivo que le consolide como serio aspirante a la Liga. Tuvo la ambición de querer ganar siempre, de ser protagonista. Está diseñado para convertir cada minuto y cada espacio en una cuestión de orgullo, en una búsqueda continua de imponerse desde la anticipación y la agitación. El Málaga está pensado desde una académica acompasada, pausada, midiendo cada toque y cada desmarque en esos parámetros clásicos de tocar lentamente en el medio y acelerar en los últimos 20 metros.

Suele coincidir ese corte de pelo a lo marine de Diego Pablo Simeone, nuca y laterales rapados, con las grandes batallas. Así que salió el Atlético electrificado, dueño del partido en una descarga pasional al límite que encendió al Calderón. Un hervidero que estalló cuando Falcao, a los cinco minutos, conectó un cabezazo a media altura tras una gran rosca de Emre por delante de toda la defensa del Málaga. A la espalda de ella apareció el goleador colombiano, que vio la maniobra a ejecutar desde que la pelota salió de las botas de Emre. Tiene una habilidad especial Falcao para esos vuelos rasantes y dirigir los cabezazos previo bote del balón.

El Málaga creció a partir de Isco, quien demostró que no se arruga

Se imponía Mario Suárez en el medio del campo a Iturra y Camacho. Majestuoso en el corte, sencillo, pero afilado en la salida del balón. Desde su poderío, el Atlético tuvo al Málaga en la primera media hora de juego desconcertado. Le hizo sentir a Isco principalmente ese fútbol de trincheras, de pierna dura. Un tipo de fútbol que mide a jugadores como Isco, que les obliga a demostrar que no se arrugan. Y no lo hizo. Aguantó cada mensaje en sus espinilleras hasta que pudo imponerse en el tramo final del primer tiempo. A partir de él creció el Málaga. En la medida en la que Isco empezó a mandar en el juego entre líneas emergieron Joaquín y Eliseu. Y Camacho e Iturra igualaron la batalla del quite. Engendró el gol el Málaga en una jugada acorde a su libreto. Tocó hasta que apareció un desborde por sorpresa de Monreal. Al centro del lateral izquierdo se anticipó Santa Cruz, que metió la cabeza por delante de Godín. Picó la pelota y pasó por debajo del cuerpo de Courtois. El paraguayo fue la primera opción arriba de Pellegrini en detrimento del chispeante Saviola. Quizá intuía el chileno que necesitaba centímetros para superar a Godín y Miranda.

El empate concordaba con el dominio que había empezado a obtener el Málaga. Metido en su partido, pareció que el guion iba a responder a la alternancia en el mando de los centrocampistas de uno y otro equipo. Así fue. Volvieron a mandar los del Atlético en el segundo tiempo. Adrián verticalizó al equipo con carreras que hicieron daño y asustaron a los de Pellegrini. La carga final del Atlético logró imponerse en la anticipación hasta arrinconar al Málaga. Redoblaron ese fútbol que muerde con la entrada del Cebolla Rodríguez. En ese acoso final apareció la pierna de Falcao para gritar que el Atlético va a pelear desde lo más alto. Ya tiene los mismos puntos que el Barça. Y la misma ambición.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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