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Palabra de Fernández

Rudy, que prometió rentabilizar con títulos su liderazgo en el Madrid, alcanza el MVP en su primera final con el conjunto blanco

Faustino Sáez
Rudy recibe el trofeo como MVP del partido.
Rudy recibe el trofeo como MVP del partido.JAVIER BELVER (as)

“Vengo para ser el líder de este equipo”, proclamó con rotundidad Rudy Fernández en su primer entrenamiento de la temporada con el Madrid hace menos de un mes. “Quiero ser importante aquí. He vuelto para aportar mi experiencia y mi talento y poder conseguir títulos”, contó el escolta internacional al tiempo que acaparaba focos y micrófonos. Dicho y hecho. En la primera cita de la temporada, el mallorquín lució galones y llevó a los blancos a la conquista de la segunda Supercopa de su historia, nada menos que 27 años después de la primera. 22 puntos, cinco rebotes, dos asistencias y un balón recuperado en 28 minutos de juego le valieron además para alzarse con el título de jugador más valioso, el MVP del torneo.

Llegó la primera cita clave de la temporada y Rudy se puso el traje de luces. Tras una pretemporada discreta y meticulosamente dosificada por su reciente historial de lesiones, en Zaragoza se desató con la firme intención de inaugurar su palmarés con los blancos. El sábado en las semifinales ante el CAI, anfitrión de la Supercopa, apenas aportó 10 puntos en el triunfo de su equipo, pero suplió su falta de tino en los lanzamientos (4 de 14) con espectáculo y mates cada vez que lograba atacar a campo abierto. Bastó para plantarse en la final. “Es un título que no está nada mal tener en nuestras vitrinas. Tenemos que plantearnos que nuestro momento llega ahora”, apuntó ambicioso en la víspera de la cita ante el Barça.

Con el gesto tenso y la mirada afilada, Rudy se tomó el encuentro como la primera reválida de su expediente y acabó aprobando con nota. Hace justo un año se puso por primera vez la camiseta del Madrid, precisamente en Zaragoza en un amistoso ante el CAI en el que anotó 12 puntos en apenas siete minutos. Aquello fue el comienzo de un idilio tan fugaz como apasionado, aprovechando el cierre patronal que retrasó un par de meses el comienzo de la NBA, y no estuvo exento de inconvenientes. Una lumbociática, que le mantuvo dos semanas de baja, le impidió disputar la Supercopa de la temporada pasada en el que hubiera sido su debut oficial con los blancos. “Me he comido las uñas en casa y estoy muy triste por no haber estado con mi equipo en la primera competición importante”, resumió aquel día en el que el Madrid cayó en semifinales ante el Barcelona, liderado como tantas otras veces por Juan Carlos Navarro, MVP en las tres ediciones anteriores del torneo en la que su equipo se proclamó campeón y ausente sobre la pista en la cita de este año por sus problemas físicos.

22 puntos, cinco rebotes, dos asistencias y una recuperación en 28 minutos de juego le valieron para alzarse con el título de MVP del torneo

El torneo se había convertido en una espina clavada para Rudy, que perdió a las primeras de cambio en su primera y única participación hasta esta temporada, en la edición de Málaga 2006, cuando el Joventut cayó frente a Unicaja por 74-66, con un partido irregular del escolta: 10 puntos, 4/13 en el tiro y solo 4 de valoración.

Esta vez por fin cantó victoria. “Hemos trabajo muy bien ante un grandísimo equipo. Hemos estado intensos, hemos corrido bien y hemos sabido elegir los tiros exteriores. Es un triunfo de todos. Casi todos los compañeros nos conocemos, ya en el lockout de la NBA jugué con ellos y seguro que disfrutaremos muchísimo en esta Liga. Hay muy buenos equipos como el Barcelona. Hoy hemos disfrutado con un marcador bastante elevado”, resumió sobre la pista del pabellón Príncipe Felipe en un discurso estudiado y matizado al detalle para repartir méritos entre sus compañeros y elogiar el vertiginoso estilo impuesto por Laso como marca de la casa.

Tenía razón Rudy en sus piropos a la amplia anotación del encuentro. Con el 84-95 definitivo, el total de puntos de la final alcanzó los 179 puntos, superando la mejor marca en una Supercopa desde 1988 y sellando el segundo mejor dato ofensivo de la última década en ACB, solo por detrás del 98-100 del TAU Cerámica-Unicaja de la Copa 2009, un partido en el que hubo prórroga. En esta final de la Supercopa, blancos y azulgrana superaron incluso los puntos que lograron en la pasada final de la Copa del Rey, 165, con un 91-74 final para el Madrid.

Los dos grandes de nuestro baloncesto están condenados a convertirse en enemigos íntimos por presupuesto y jerarquía. La temporada pasada se enfrentaron en nueve ocasiones con cinco triunfos para el Barça y cuatro para el Madrid. Los de Xavi Pascual levantaron la Liga ante los blancos. Los de Laso se alzaron con la Copa en casa de su eterno rival.

Ninguno de aquellos partidos los jugó Rudy, Fernández por imperativo legal en la nomenclatura de su camiseta. Pero en el primer pulso de este curso ya ha empezado a ajustar sus cuentas. La red de una de las canastas del pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza –feudo propicio para los blancos que conquistaron allí su última Copa de Europa allá por 1995- duerme ya en su casa, como siempre que logra un torneo. Este es el primero de los que ha prometido a su afición. Palabra de Fernández.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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