La ‘relativa’ importancia de Tito
El entrenador del Barça acertó en las decisiones que tomó ante un partido de máximo riesgo
Una vez separado de Pep Guardiola, Tito Vilanova no se casa ni con Leo Messi, suplente ayer en Getafe después de un año sin perderse ni un minuto, desde que el curso pasado calentó banquillo en Anoeta. Imaginarse un partido del Barcelona sin Guardiola ni Messi no solo era imposible hace una temporada sino que se habría interpretado como un síntoma de derrotismo, por no decir de victimismo o fatalidad, el anuncio de que regresaban los malos tiempos al Camp Nou. Ayer no jugó de salida la Pulga y, sin embargo, los azulgrana ya ganaban en Getafe por 0-1 cuando el argentino salió a la cancha al Coliseum Alfonso Pérez para golear al Getafe.
Jugaron bien los barcelonistas con y sin Messi y se apuntaron la victoria con naturalidad, sin el menor boato ni declaración grandilocuente, sin darse importancia. La visita a Getafe era de máxima dificultad para el Barcelona por la incomodidad del campo y del adversario, por la sapiencia del entrenador rival y la incompetencia del árbitro, por el virus FIFA. Había perdido el Madrid en Getafe y el Barcelona se dejó la Liga pasada en Pamplona y precisamente en el Coliseum. Había un cierto temor en el barcelonismo al partido. No era nada fácil dar con la alineación. El técnico corría incluso el serio riesgo de equivocarse y ser reprendido por la crítica. Vilanova, sin embargo, solo reparó en lo suyo y acertó en cuantas decisiones tomó después de un ejercicio de valentía, reflejado en la formación —diez futbolistas formados en los equipos inferiores— y en la lista de suplentes.
A pesar de las ausencias de Iniesta, Alexis y Alba, el técnico sentó a Messi y Alves. Al brasileño le convenía una ración de banquillo por la extrema sensibilidad con la que aguarda los encuentros del Barça — ha pedido el cambio incluso en el calentamiento— y, por el contario, por la determinación con la juega con Brasil. La suplencia del argentino, en cambio, fue la mejor medicina para combatir la messidependencia. Había la sensación últimamente de que para alcanzar la portería contraria se necesitaba el permiso de La Pulga. No se podía rematar a gol sin el toque de rigor de Messi. Ausente la Pulga, los centrocampistas del Barça ofrecieron una hora de fútbol muy interesante: Xavi condujo muy bien el choque, Cesc estuvo incisivo como falso nueve, y Busquets guardó la posición estupendamente. El mejor, sin embargo, fue Thiago, expresión máxima del fútbol barcelonista por su capacidad para alternar la pausa con la aceleración, el pase con el toque, la finura con la pegada. Nadie mezcló mejor lo físico con lo técnico que Thiago. Hubo por momentos un equipo profundo y vertical, excelente en las transiciones, como se constató en el gol de Adriano. Apareció después Messi y el equipo recuperó la contundencia que no había tenido con Tello y Pedro, estupendos como extremos, desequilibrantes ante los laterales del Getafe. Nada que no se supiera cuando en la cancha está La Pulga.
Más que con 11, Tito Vilanova juega con 14 jugadores, reparte los minutos
Más que con 11, Tito Vilanova juega con 14 jugadores, reparte los minutos y reitera su disposición a utilizar a cuantos futbolistas componen la plantilla. Ha socializado al máximo el juego y no repara en las consecuencias de sus formaciones sino que procede de acuerdo a su entido común. Franco y directo, nunca está pendiente del qué dirán, ni de la previa ni de la resaca, ocupado solo en el partido y convencido de que la trascendencia es relativa en el fútbol. Le saca ocho puntos el Barça al Madrid y parece la cosa más normal del mundo a juzgar por el porte de Vilanova. Ausente Guardiola, Mourinho se pelea con Mourinho y Tito va a su aire, como si jugara otra Liga.
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