El circo Contador
Lo ocurrido ayer en Fuente Dé, la impredecible y, en cierta medida, inesperada hazaña protagonizada por Contador en el paraje más bello de Liébana, custodiado por la sombra del Naranjo de Bulnes y los Picos de Europa, excede y excederá aún más conforme vaya pasando el tiempo lo deportivo para llegar incluso a afectar a la toponimia.
Este extraordinario lugar conocido como el Circo de Fuente Dé pasará ahora a ser recordado —al menos entre los buenos aficionados al ciclismo— como el Circo de Contador, ese impresionante marco que sirvió de escenario para que el pinteño lograse lo que no había logrado hasta ahora en otros diversos puntos de la geografía. Es decir, dar un vuelco inesperado a la clasificación y postularse como el más firme candidato a la victoria.
Latigazos y calambrazos varios soltados con inusitada violencia desde que la carrera se convirtió en un duelo de dos candidatos, tan solo habían servido para confirmar la candidatura de un Purito que se mostraba más fuerte que nunca, más maduro y más convencido de que el camino a Madrid se le estaba allanando; y eso que a él le gustan las cuestas de porcentajes imposibles. Pero Purito ya soñaba con la vía directa a Madrid en la que solo se encontraba un obstáculo a salvar, la Bola del Mundo, único juez en unos kilómetros de trámites. Pero por esas cosas que tiene el ciclismo, de ahí la grandeza de este deporte, vimos lo que no esperábamos ver en un escenario que no hacía presagiar lo ocurrido.
Contador, tal y como luego reconoció con palabras propias, se dejó llevar por el instinto y se lanzó en un ataque kamikaze
En la salida de Santander se preveían un par de horas duras de carrera, muy duras, hasta el momento en el que se formase la fuga buena. A partir de ahí, el interés se centraría en el hipotético espectáculo que daría la resolución de la etapa, y en las posibles —y probables— intentonas desesperadas de Contador contra Purito por la simple inercia de probar fortuna; como esa moneda olvidada al fondo del bolsillo que termina, triste, en una máquina tragaperras.
Quizá debamos buscar la clave de la etapa, al margen de la exhibición personal de Contador y de las ayudas que recibió por el camino —de sus compañeros Paulinho y Jesús Hernández y de su excompañero y amigo Tiralongo—, en la actitud del Garmin durante la etapa. Por circunstancias, ellos fueron quienes endurecieron el día poniendo un ritmo infernal… hasta que comenzó el circo de Contador. Primero, con el objetivo de neutralizar una peligrosa fuga de 40 corredores en los primeros compases. Más tarde con la misión de neutralizar una fuga de 11 corredores en la que no llevaban representación y de la que —previsiblemente— saldría el ganador de la etapa. Pero no, esa fuga no era buena sin uno de ellos, así que había que defender el orgullo y la opción final de Talansky, por remota que ésta fuese.
No fue el único héroe del día; Valverde realizó una defensa soberbia y se aúpa ahora de manera sorprendente al segundo puesto de la general
Pero llegó el Collado La Hoz, y Contador, tal y como luego reconoció con palabras propias, se dejó llevar por el instinto y se lanzó en un ataque kamikaze. Bravo por él, por su espíritu de lucha y por dejarse llevar por la épica de este deporte, esa que últimamente pocas veces vemos en esta época de esfuerzos calculados milimétricamente, pero que tanto añoran y disfrutan los aficionados.
No fue el único héroe del día; Valverde realizó una defensa soberbia muy bien acompañado además por sus compañeros, y se aúpa ahora de manera sorprendente al segundo puesto de la general.
Y al derrotado del día, a Purito, al hombre que ya tenía un pie en lo más alto del podio de Madrid y que se disponía a subir el otro que mejor que darle las gracias. Por lo que ha conseguido, por lo que ha luchado, y por cómo ha encajado esta derrota con ese carácter positivo que le caracteriza. Decía que lo sucedido le recordaba a aquella etapa en Pajares con Heras y Menchov de protagonistas. Yo estuve allí y sufrí todo aquello al lado de Denis, así que todos mis ánimos desde aquí para un Purito que no ganará la Vuelta pero que nos ha ganado aún más a quienes le estimamos.
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