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DESDE MI SILLÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Siempre será el Grande

Armstrong superó sin ningún problema todos los controles antidopaje a los que fue sometido en esa época, así que me parece injusto que haya que volver al pasado buscando justicia

Lance Armstrong en 2004.
Lance Armstrong en 2004.REUTERS

Peor día no podía haber escogido, por ejemplo, Bouhanni —cuarto ayer en el sprintdel circuito de Motorland— para estrenarse en la Vuelta. Pero no: ni él ni el segundo, Viviani —acaba de disputar los Juegos en pista—, pudieron con la fuerza bruta de Degenkolb, que acumula así tres de seis, es decir, el 50% de las etapas disputadas en línea. Estilo Cavendish en la efectividad, estilo Boonen en la ejecución.

Y peor día no podía ser porque el comunicado de renuncia a su propia defensa por parte de Lance Armstrong frente al procedimiento que tiene abierto con la USADA copó todas las conversaciones desde bien entrada la mañana, hasta el punto de que lo que ocurriese en la Vuelta quedaba en un segundo plano, visto el terremoto que amenaza de nuevo al ciclismo si se confirma la anulación de todos sus resultados conseguidos a partir de 1998. El culebrón, por si no era ya largo, toma un nuevo rumbo en el guion a partir de hoy y amenaza con restar protagonismo en los próximos días a todo lo que suceda en las carreteras de la Vuelta.

Lo más sorprendente, en principio, es la renuncia a la lucha de un hombre que, entre otras cosas, siempre se ha caracterizado por ser un luchador innato. Lo demostró dentro y fuera de la bici. Por todos es conocida su peripecia vital. Un luchador inteligente además. Así que si renuncia es, entre otras razones y a pesar de las consecuencias, porque sabe que es la mejor de las opciones. De sus palabras se adivina a un hombre cansado, completamente agotado por lo que califica como “una caza de brujas” contra su persona, y desengañado del concepto de justicia que pregona la USADA, cuyo procedimiento califica de “farsa”.

Me apena ver esta situación tanto por él como por el ciclismo. Efectivamente, es un día triste para nuestro deporte. Decía Millar en una entrevista que el tejano, con dopaje o sin él, ha sido uno de los mejores ciclistas de la historia, pero que, por desgracia, formaba parte de la generación equivocada y del periodo equivocado de este deporte. Estoy de acuerdo con Millar en lo que respecta al periodo —periodo que he compartido con ambos sobre la bici— por la irrupción de la EPO como el producto dopante con mayor capacidad para influir en los resultados de las carreras. Pero discrepo en la generalización sobre la generación.

Lo más sorprendente, en principio, es la renuncia a la lucha de un hombre que siempre se ha caracterizado por ser un luchador innato

Armstrong superó sin ningún problema todos los controles antidopaje a los que fue sometido en esa época. Así que me parece injusto que haya que volver al pasado buscando justicia. Los métodos de dopaje y los límites para pitar en los controles han ido variando con los años, tratando de cerrar el cerco al tramposo, y esa información nos iba llegando poco a poco por diferentes vías a todos los que competíamos entonces. A partir de ahí, era ya la ética de cada uno y las circunstancias personales de cada cual las que marcaban el modo de actuar individual. Por eso discrepo de Millar en lo de generación equivocada. Puede ser que muchos corredores de esa generación llevasen una línea equivocada, es cierto, pero no es cierto que todos cayéramos en la trampa del dopaje. El límite de seguridad respecto a la línea que marcaban los controles era algo muy personal. Así que es un error generalizar sobre esto.

Desconozco las pruebas que hay contra Armstrong y de las acusaciones de los testigos protegidos conozco lo que ha salido a la luz pública. Veremos cómo termina todo esto, pero el daño que va a sufrir el ciclismo va a ser de nuevo abundante. De lo que estoy seguro es de que si Armstrong se dopaba no lo hacía ni más ni menos que sus rivales más directos. De hecho, él superó todos los controles mientras que algunos de sus rivales sí que fueron cayendo por el camino.

De todas maneras, pase lo que pase con él y con sus siete Tours de Francia, yo siempre lo recordaré como el Grande —con mayúsculas— con el que coincidí en mi carrera deportiva.

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