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Sombras de Cristiano y Messi

Marcaron los dos delanteros, pero el portugués defendió más que atacó y el azulgrana solo acertó desde el punto de penalti

Diego Torres
Cristiano remata para marcar el primero del Madrid.
Cristiano remata para marcar el primero del Madrid.MANU FERNANDEZ (AP)

Respetando su costumbre, Cristiano Ronaldo fue el último jugador del Madrid en salir al Camp Nou. Cobijado en la turbulencia de la espalda del jugador, a la sombra de sus trapecios de campeón de halterofilia, marchó José Mourinho, el entrenador del Madrid. Serios los dos. Graves. No se sabe si afectados por la trascendencia del momento o por el peso soporífero de una rutina de clásicos que acaban por consumir el sistema nervioso hasta planchar a los héroes que hace un año, en circunstancias similares, ardieron en deseos de correr, saltar, gambetear y rematar. Nunca se atraviesa el mismo río ni se juega la misma Supercopa.

El duelo obligaba a centrar la atención en Cristiano y en su némesis, Lionel Messi, los goleadores más prolíficos del mundo y los más fervientes aspirantes al Balón de Oro. La actuación de ambos resultó, en buena medida decepcionante. Ninguno de los dos estuvo brillante. Pero Messi falló un gol sin oposición y Cristiano embocó un cabezazo a la salida de un córner. La eficacia inclinó la balanza a favor del luso, que mandó a la red el primer remate de su equipo cuando había transcurrido una hora de partido.

Cristiano se integró como una pieza más en la maquinaria de presión que ha diseñado Mourinho para neutralizar al Barça. Messi estuvo en su papel

Durante prácticamente una hora Cristiano jugó en su campo. Messi jugó en campo contrario. Cristiano dedicó tanta energía a auxiliar a Coentrão como a buscar el mano a mano con los defensas rivales. Messi no abandonó sus posiciones avanzadas porque solo ayudó a defender cerca del área de Casillas. Ninguno de los dos exhibió un entusiasmo desmedido. Pesó más el verano, el calor, la humedad, la falta de roce competitivo, que la ambición por dar un golpe de autoridad y lanzar un mensaje contundente a los votantes del Balón de Oro.

Cristiano se integró como una pieza más en la maquinaria de presión que ha diseñado Mourinho para neutralizar al Barça. Messi estuvo en su papel. Se movió entre líneas a la espera del pase. Remató dos veces a puerta y lanzó una falta antes del descanso. En ese periodo, Cristiano se mostró un poco más ausente. Con el mismo aire de atleta cansado que exhibió el día del debut en la Liga contra el Valencia. Dio la impresión de encontrarse como él dice: fuera de forma. Resultó extraño verle en esta coyuntura precisamente a él, que parecía incapaz de extenuarse, siempre maníaco, siempre activo.

La jugada que definió su situación se produjo pasada la media hora. El Madrid salió al ataque, Coentrão se incorporó con el balón controlado y Cristiano permaneció atrás, acompañando a los zagueros, como lateral izquierdo. La actitud resultó insólita. Si por algo se ha caracterizado la labor del goleador durante los dos años que Mourinho ha dirigido al Madrid ha sido por tener licencia para no colaborar en defensa. Su licencia fue exclusiva. Particular. Intransferible. Ayer, sin embargo, defendió más que Benzema.

En los últimos 70 años no ha habido un jugador del Madrid que marcara en cuatro visitas seguidas al Camp Nou. CR lo consiguió ayer

La mayor contribución de Cristiano en la primera parte fue un desborde sobre Piqué y un centro al área que no consiguió conectar con ninguno de sus compañeros. A la vuelta del descanso, su situación mejoró. Pudo ser porque al Barça le faltó decisión. Pudo ser porque el Madrid resolvió salir a presionar más adelante. Esos fueron los gestos que hizo Ramos, como empujando a sus compañeros a subir en la jugada que precedió el córner que movió el marcador. Busquets y Piqué no pudieron contenerle y Cristiano se elevó con convicción antes de reventar el lanzamiento de Özil con su habitual contundencia en esta suerte. En los últimos 70 años no ha habido un jugador del Madrid que marcara en cuatro visitas seguidas al Camp Nou. CR lo consiguió ayer.

El 0-1 situó a Cristiano, por un minuto, en el centro de la escena. El gol de Pedro, respuesta inmediata, volvió a relegarle a su condición de esforzado futbolista en pretemporada. Por más que el Madrid cambió de actitud y pasó a apretar más arriba, el portugués no consiguió desequilibrar. Messi, que se fue apagando, tampoco. Aunque sí acertó marcar desde los 11 metros, después de un penalti de Ramos a Iniesta. Para culminar su desafortunada noche, Casillas le sacó un mano a mano en el minuto 40 y propició el contragolpe que acabó en el gol de Di María.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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