Atlético de Madrid Rugby Club

Hubo épocas en que el Atlético de Madrid jugaba a casi todo. En las que el club paseaba escudo y camiseta rojiblanca por las pistas de atletismo, las canchas de voleibol, el parqué de los pabellones de baloncesto y de balonmano y hasta los rings de boxeo. Esa idea de un Atlético polideportivo asoma otra vez, pero adaptada a los tiempos que corren. El Atlético de Madrid será un equipo de rugby la temporada que viene, como ya lo es de balonmano, desde que el año pasado el Ciudad Real comenzase a jugar como Balonmano Atlético de Madrid. Ahora bien, el Atlético no participará en la gestión deportiva del CRC Pozuelo, sino que únicamente prestará nombre, camiseta y escudo al equipo, que este año ha vuelto a la División de Honor, la máxima categoría del rugby nacional. Es el resultado de un acuerdo a tres bandas entre el CRC, el Atlético de Madrid y el Grupo Santa Mónica Sports, una empresa dedicada al marketing deportivo.

Se trata, por tanto, de un asunto más relacionado con el marketing que con una aspiración del club colchonero por recuperar su presencia en deportes diferentes al fútbol; de una cuestión de imagen, más que de gestión deportiva: se trata del Atlético como marca. Así que, marketing de por medio, el acuerdo ha sido a tres bandas y puede seccionarse en dos partes. La primera la cerraron el CRC y el Grupo Santa Mónica Sports, la adjudicataria de la gestión del programa de patrocinio y los derechos audiovisuales de las selecciones de fútbol y fútbol sala. El CRC cedió a Santa Mónica la gestión de sus derechos de explotación de su imagen. La segunda parte consiste en que Santa Mónica Sports, que tiene como socios a 14 equipos de la Primera División de fútbol y cinco de Segunda, ha conseguido la cesión de los derechos de imagen para el rugby del Atlético de Madrid. Así que unidas ambas partes, resulta que habrá camisetas colchoneras en los campos de rugby las próximas tres temporadas.

Es un acuerdo a tres bandas entre el CRC Pozuelo, el Atlético y el Grupo Santa Mónica Sports

Para el CRC, un histórico del rugby nacional, el acuerdo es como tomar una gran bocanada de oxígeno en un deporte ahogado por la escasa presencia mediática y la retirada de los apoyos institucionales. Marca la diferencia, dice el presidente del club, Pedro Monzón, entre competir en División de Honor “con tranquilidad” y no poder mantenerse o hacerlo “de manera muy precaria”. “Vivimos en la supervivencia constante”, relata Monzón. Es la queja generalizada en tantos deportes: no hay presencia en los medios, no hay socios, no hay ingresos. “Estamos apartados y en una esquinita. Algo pasa con el rugby en España. Nos quedamos fuera de los Mundiales y Portugal, con la mitad de equipos y de jugadores, se clasifica. Y esto tiene que ver con cómo se gestiona el rugby aquí”, lamenta Monzón.

Relacionar al club con el Atlético de Madrid paliará en parte ese déficit de presencia mediática, según el presidente. Eso, y algo más: disponer de unos ingresos garantizados durante tres temporadas permitirá al club centrarse en algo más que asegurar que podrá hacer el viaje correspondiente cada 15 días. Dice el club en el comunicado con el que saludó la noticia que el acuerdo “le dotará de la estructura necesaria para luchar por el título”. No es poco, si se tiene en cuenta que el CRC ha recuperado la categoría esta misma temporada.

El CRC seguirá en Pozuelo, donde lleva cinco años. No se traslada, como hizo el Balonmano Ciudad Real cuando llegó a un acuerdo parecido, el año pasado, y pasó a llamarse Balonmano Atlético de Madrid y a jugar en el Palacio de Vistalegre. Es, nada más, la asociación del nombre del tercer club con más socios en España, de su camiseta y de su escudo, a un equipo de rugby. Es la vinculación del Atlético de Madrid con otro deporte, como en los 60 y en los 70 hubo un Atlético de Madrid de voleibol que lo ganó todo en España; como hubo boxeadores atléticos hasta 1982. Es como entonces, pero es diferente.