“En Río iré a por el oro”
Mireia se confiesa incapaz de expresar sus sentimientos y ya piensa en otro reto, los próximos Juegos
Se puso una flor roja en el pelo dorado y salió a escena enfatizando el amarillo, el potente amarillo chillón del uniforme del equipo español. Mireia Belmonte no lo dudó cuando le preguntaron por sus expectativas para los Juegos de Rio de 2016. El color estaba en su mente. “Una medalla de oro”, dijo. Acababa de conseguir su segunda plata, lo que, a la luz de un siglo de precedentes, suponía la mayor colección de trofeos que una española había acumulado en la natación olímpica a lo largo de la historia.
El logro, dos segundas posiciones en 200 mariposa y 800 libre, resultaba más grande que la imaginación. Mireia había fantaseado con momentos así durante tanto tiempo que una vez concluida la empresa pareció desconcertada. “Es difícil describir mis sentimientos”, dijo. “No sé cómo me siento. Ni siquiera sé si soy feliz porque realmente no puedo explicar lo que estoy experimentando”.
No sé cómo me siento. Ni siquiera sé si soy feliz porque realmente no puedo explicar lo que estoy experimentando"
Mireia tiene 21 años pero, cotejada con la campeona olímpica, la niña que había gobernado la final del 800, parecía una menor. La estadounidense Katie Ledecky, de 15 años, tiene el aspecto y el discurso de una maestra de escuela rural de impronta metodista. “Estaba más tranquila que en la prueba preliminar”, dijo, “y sólo me he concentrado en mi propia carrera. Sabía que iba primera y que podía ir más rápido que nunca en mi vida si no me moría en los últimos metros. Y eso hice”. La chica, una desconocida fuera del mundillo de la natación juvenil estadounidense, había batido en Omaha, hace un mes, el récord de edad de Janet Evans en 400 libre, que databa de 1987. Ayer hizo la segunda mejor marca de la historia. Se quedó a medio segundo del récord mundial que Rebecca Adlington estableció en Pekín con un bañador que la ayudó a flotar: 8m14,10s.
Por lo visto ayer, Mireia no se asustó ante el ritmo endiablado de Ledecky. Esperó su momento y luego atacó. “Nadar la primera mitad se me hizo bastante sencillo”, recordó, sobre los primeros 400 metros. “Intenté ir relajada. No fui todo lo fuerte que podía. Dejé que las otras chicas se me adelantaran un poquito pero no demasiado. Y de pronto, cuando descubrí que estaba adelantando a Adlington pensé: ‘¿Qué está pasando aquí?”.
Mireia nadó el penúltimo largo un segundo más rápido que la estadounidense. Luego Ledecky pegó el acelerón. “Fue imposible cogerla”, dijo la española. “He dejado todo lo que tenía. Al menos hoy, no he podido nadar más de prisa”. Mireia recortó tres segundos su mejor tiempo. Tal vez en Rio pueda pegarle el hachazo que hace falta para conseguir el oro.
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