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El embrollo de Mullera dura 8m y 38s

El obstaculista, que corrió gracias al TAS tras ser investigado por dopaje, eliminado en una jornada desastrosa de los españoles

Amaya Iríbar
Mullera, en el suelo tras correr su serie
Mullera, en el suelo tras correr su serieOLIVIER MORIN (AFP)

Ángel Mullera llegó el jueves a las seis de la tarde a Londres. Lo hizo solo, en avión, con un billete pagado por la federación española y gracias a una resolución del Tribunal de Arbitraje Deportivo que permitió al atleta correr pese a que la investigación policial por dopaje que pesa sobre él sigue en marcha en España. Durmió en la Villa Olímpica, solo también, porque, según dice, sus compañeros ya estaban emparejados, y durmió bien. Ya en el estadio saludó a la cámara con un gesto de triunfo. Y corrió. Su sueño olímpico duró 8m 38,07s, 20 segundos más que los que tardó el atleta catalán en correr los 3.000m obstáculos hace unas semanas para lograr la clasificación. Fue el antepenúltimo de su serie. Eliminado.

La carrera no llevaba dos vueltas cuando el catalán se fue al suelo. Acababa de pasar una valla y se encontró con un rival caído, tropezó y cayó, en lo que bien podría ser una metáfora perfecta de su descenso a los infiernos de las últimas semanas, desde que se hizo público que la policía le investigaba por un intercambio sospechoso de mensajes de correo electrónico con un anónimo experto en dopaje. “Han sido dos semanas infernales”, dijo luego; “Hasta ayer a las nueve de la noche no sabía si iba a correr. Me he sentido como un perro”.

El embrollo de Mullera ha afectado al equipo español, aunque el atleta asegura que sus compañeros le han recibido bien

“La federación no me ha tratado mal. Nada más llegar lo tenía todo, la equipación, todo”, añadió Mullera, quien se quejó de que no había podido hablar con nadie del Consejo Superior de Deportes. El CSD fue el que impulsó la investigación y el que exigió a la federación que no le permitiera competir en los Juegos.

El embrollo de Mullera ha afectado al equipo español, aunque el atleta asegura que sus compañeros le han recibido bien y algunos, como Merzougui, que tampoco pasó a la final, prefieran no ver el elefante en la habitación y mucho menos hablar de él. Sí se atrevió a hacerlo Víctor García, el tercer obstaculista, el que más esperanzas de llegar a la final despertaba por su bronce europeo con caída incluida y que ayer se desfondó hasta abandonar. Sin poner excusas —“iba roto, pero no tenía que haber parado”, dijo antes de explicar que estos Juegos eran el objetivo de la temporada, no aquellos Europeos”—, el madrileño reconoció: “Claro que me ha afectado. Le pusieron en la habitación de al lado y ha sido muy incómodo. Lo he vivido con mucha tensión. Compartíamos baño y era muy desagradable tener que estar calculando para no encontrarme con él”.

Con este ambiente envenenado de fondo, la jornada resultó desastrosa para los atletas españoles. Por la mañana cayeron, uno tras otro y todos lejos de sus mejores marcas, no solo los tres obstaculistas sino también todos sus compañeros: la triplista Patricia Sarrapio y la cuatrocentista Aauri Lorena Bokesa , el lanzador de peso Borja Vivas y el de martillo, Javier Cienfuegos. Por la tarde no fue mucho mejor. A falta de que terminaran Meliz y Cáceres en longitud, ni siquiera los chicos del 1.500m, una de las pruebas con más solera del atletismo español, pudieron pasar ronda. Ni Álvaro Rodríguez, desfondado al final, ni David Bustos, ni siquiera Diego Ruiz.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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