Destreza en aguas bravas

Mantener el control en un entorno turbulento, las aguas bravas del Canal de Lee Valley en este caso, no debe resultar sencillo. Si a ello le tienes que imprimir una dosis de velocidad, el asunto se complica más aún. Es algo que domina, sin embargo, Maialen Chourraut, como ha demostrado hoy en las dos tandas de clasificación para la semifinal en la modalidad de K-1. La palista donostiarra se ha clasificado en primer lugar, gracias a una sensacional primera bajada y ha constatado que es una de las grandes esperanzas españolas para obtener una medalla.

El eslalon es una prueba requiere de mucha destreza. “Es imposible lograr el control al 100%, hay que combinar la velocidad con la estabilidad, es un deporte muy técnico”, explica Chourraut. Un mínimo error te puede dejar fuera. Le ocurrió en Pekín. “Me medio pasé una de las puertas”, recuerda. Y ya no hubo marcha atrás, no pudo reconducir la bajada y terminó decimosexta, fuera de la final. Borrón y cuenta nueva. Cuatro años de trabajo que en Londres podrán ser recompensados.

Remar en el canal en el que se va a disputar la prueba es básico. Chourraut, y sus compañeros de equipo, Ander Elosegi y Samuel Hernanz, que también se han clasificado para las semifinales en las categorías de C-1 y K-1 –Elosegi, sexto; Hernanz, segundo-, han viajado a Londres en numerosas ocasiones desde octubre del año pasado. “Es espectacular”, fue lo primero que pensó la palista donostiarra al ver los 300 metros del circuito de Lee Valley. Una atracción por esa agua trasparente, una necesidad de meterse al agua inmediatamente. Un canal con el que está segura que disfrutará el espectador, pero que para un piragüista resulta muy complicado. “Hay bastante corriente, es muy técnico, muy físico, y al final tiene que salto que hace más complicado manejar la piragua”, asegura Chourraut desde La Seu, su base de operaciones, un par de semanas antes de partir hacia Londres. Tan duro que la organización suprimió unos cinco rulos, la caída del agua que genera una ola capaz de detener la piragua.

No tiene Chourraut ningún reparo en asumir que fue una mala debutante en Pekín. Que la experiencia fue un fiasco. Pero con la misma certeza asegura que llega a la cita de Londres con los deberes bien hechos. Ha cumplido un ciclo olímpico más que digno, ganando dos de las últimas tres Copas del Mundo disputadas este año.

Controlada y trabajada la parte física, la psicológica va a resultar también determinante. La concentración será primordial. “La salida…”, reflexiona, pausada, “hay que afrontar con naturalidad la bajada, estar libre de pensamientos”. De ahí que estas últimas horas antes de debutar se quiera reclutar en sí misma. “Me gusta y necesito sumergirme en mi mundo para competir”, advertía el viernes, ya desde Londres, en vísperas de la ceremonia inaugural.

Esta donostiarra de 29 años, que se enganchó al piragüismo siendo una adolescente en la bahía de La Concha, está convencida de que tiene posibilidades de volverse con un metal. Lo mismo que una decena de palistas más. Ni habla de favoritas ni quiere acabar de incluirse entre ellas. Los resultados ahí están, sí, pero ella insiste: “Un mínimo error te deja fuera, aquí gana quien menos falla”.