Más difícil todavía
Guía para seguir los grandes momentos de la gimnasia La selección española, a falta de estrellas, tiene como objetivo meterse por primera vez en la final por equipos
La gimnasia es, después del atletismo y de la natación, el deporte más importante de los Juegos. Pero cuando la llama olímpica se apaga, y con la única excepción de la mítica Nadia Comaneci, aquí no hay un Bolt ni un Phelps que mantenga el fuego encendido. Han pasado cuatro años desde Pekín, un mundo en un deporte que, por exigente y precoz, quema estrellas a una velocidad imposible. El mejor ejemplo es esa Nastia Liukin que se zampó a las chinas en su casa y que hoy, incapaz de clasificarse para estos Juegos, pasea por el Parque Olímpico de Londres con shorts rojos y tacones de vértigo. Tiene 22 años y ha sido superada por un puñado de mocosas increíbles, ambiciosas, de eterna confianza en sí mismas, y cuyo único objetivo es devolver a Estados Unidos el oro que se les niega desde Atlanta 1996. Pero antes, desde hoy (12.00) es la hora de los chicos, también de los españoles.
Lo que sigue es una guía de la mejor gimnasia de Londres, una colección de momentos que ningún aficionado al deporte debería perderse.
La final individual femenina, la reina de los Juegos (2 de agosto, 17.30) parece ser cosas de americanas y rusas. Más con la lesión de la rumana Iordache. Jordyn Wieber es la campeona del mundo gracias a una gimnasia robótica y casi perfecta. Pero en Tokio solo ganó por un suspiro a la rusa Viktoria Komova, hija de campeones, que también está aquí, más madura. Dos compatriotas de las citadas han presentado su candidatura: Aliya Mustafina, recuperada tras una grave lesión de rodilla y Gabrielle Douglas una pequeña bomba atómica que fue capaz de ganar a Wieber en la competición americana y que si se corona en Londres se convertiría en la primera campeona negra de la gimnasia.
En la final individual masculina (1 de agosto, 17.30) solo una lesión puede frenar al japonés Uchimura. Plata en Pekín 2008, el gimnasta del flequillo imposible no tiene rival desde 2009. Tres campeonatos del mundo, tres victorias absolutas, algo que ningún gimnasta había conseguido. Al programa más complejo del mundo le añade una elegancia, una facilidad al ejecutar los mortales más complicados, que le hacen, en principio, imbatible.
España no cuenta con Deferr, ya retirado, ni con Rafa Martínez, apartado por decisión técnica
La potencia, clase y tradición de Estados Unidos, Rusia y Rumanía se enfrentarán en la final por equipos femenina (31 de julio, 17.30). Con China en horas bajas, dicen los que las han visto entrenarse aquí, Estados Unidos es la favorita. Son cinco adolescentes de entre 15 y 18 años sin experiencia olímpica, pero programadas para ganar. Solo Rusia, con un trabajo impecable en los últimos años, y una renacida Rumanía, vigente campeona de Europa, pueden moverle el trono.
Con la final por aparatos femeninos (domingo 5, lunes 6 y martes 7) llegará la hora de las veteranas. La rumana Ponor fue la única gimnasta capaz de colgarse tres oros en Atenas 2004. Sí, hace ocho años. Desde entonces, ha ido y ha vuelto mil veces. Se perdió los últimos Juegos, pero se ha recuperado de una forma maravillosa y apunta, con casi 25 años, a repetir el oro en la barra. La alemana Chusovitina tiene 12 años más y, aunque nadie cree que pueda repetir éxitos en salto, el simple hecho de estar aquí merece un premio.
España tiene un objetivo en la final por equipos masculina (lunes 30, 17.30). Reducida la participación femenina a una única gimnasta, Ana María Izurieta, el equipo masculino busca protagonismo. Pero no cuenta con Deferr, triple medallista olímpico ya retirado, ni con Rafa Martínez, campeón de España, apartado por decisión técnica. El seleccionador ha preferido un equipo sin estrellas pero compacto, equilibrado, para acabar hoy entre los ocho primeros y clasificarse por primera vez para una final por equipos. Isaac Botella, que ya fue finalista en Pekín, opta a las finales de suelo y, más difícil, salto, y Sergio Muñoz debería meterse en la final individual. Si Fabián González no se resiente del hombro, también debe firmar al menos una final.
La otra cuenta, la que llevan aquí, es el número de medallas que se llevará un equipo británico que se ha convertido en una potencia en muy pocos años.
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