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“Aman estos colores”

Bosco, firma de la polémica equipación española, desembarca en el mercado británico

Amaya Iríbar
Prendas de la equipación española en la tienda de Bosco en Londres
Prendas de la equipación española en la tienda de Bosco en Londresdani bosque

El primer contingente de olímpicos españoles, con unos 130 deportistas, llegó ayer a Londres. Y lo hizo, claro, vestido de los pies a la cabeza de Bosco, la firma ruso-italiana que ha provocado un encendido debate sobre sus llamativos diseños y que aprovecha el mayor evento deportivo del mundo para desembarcar en el mercado británico.

Bosco ya está en Londres. La firma, desconocida para la mayoría de los anglosajones, inaugura esta misma semana una gran tienda en Regent Street, una de las arterias comerciales de la ciudad, y cuenta con otro establecimiento en Westfield, el gigantesco centro comercial, dicen que el más grande de Europa, que se alza junto al parque olímpico donde se celebrarán a partir del sábado la mayoría de las competiciones y que cada tarde se llena de visitantes ansiosos por consumir. Aquí están desde Gap y Zara hasta Dior, Gucci y Jimmy Choo.

Por el acuerdo con Bosco, se ingresa 250.000 euros anuales en concepto de patrocinio

Hay poca gente a media mañana en la tienda de Bosco, luminosa y bien situada. Apenas un par de clientes curiosea, sin decidirse a comprar, entre el rojo y el amarillo de la equipación española, el rojo y blanco de la rusa, el azul y amarillo de la ucraniana, quizá la más llamativa, cada uno en sus propias estanterías. Son los tres equipos olímpicos a los que patrocina la firma. Todos los diseños llevan el sello de Bosco: esos dibujos que recuerdan a un tatuaje tribal y que provocaron una catarata de chistes en el Twitter español y alguna que otra queja de los diseñadores españoles. No son prendas baratas. El chándal español alcanza las 130 libras, unos 167 euros —el ruso, de otro material, es 10 más barato— y el polo de la discordia, el más llamativo porque es todo un tribal de colores chillones, 60 (77 euros). En el mismo centro comercial se pueden comprar camisetas oficiales del Real Madrid o del Barcelona por menos de 50 libras. Irina, la encargada de la tienda, no está autorizada a hablar de las ventas, pero asegura que las prendas españolas se venden bien: “Los clientes aman estos colores”. Los responsables de ventas afirman que la ropa roja y amarilla es la que más se vende, y no solo a aficionados españoles, sino a clientes de todo el mundo.

Para el Comité Olímpico Español (COE) el acuerdo con la empresa rusa tiene poco que ver con el buen gusto, el refinamiento o el diseño de vanguardia, y mucho más con la calidad y el dinero. Por el acuerdo con Bosco, que firmó en 2009 y se alargará hasta los Juegos de Río 2016, no solo se ahorra los 1,7 millones en que se calcula el gasto en ropa del equipo olímpico sino que además ingresa otros 250.000 anuales en concepto de patrocinio.

Cada olímpico ha recibido 48 prendas distintas de Bosco, desde el chándal con el que estarán obligados a subir al podio si ganan alguna medalla hasta polos y bermudas con los que pasearán por la Villa Olímpica e incluso toallas. El lunes, todos se presentaron en la Zarzuela con el polo blanco, el más discreto, pero el COE les permitió elegir el pantalón y el calzado, porque no todos habían recibido la equipación completa y en algunos casos no les iban bien las tallas. “Es lo normal”, dicen en la oficina del COE en Londres; “se entrega la equipación y luego, si es necesario, se cambia aquí”.

Probablemente la polémica se apagará, como lo hará la que se ha desatado en Estados Unidos por la fabricación de sus exquisitas prendas de aire militar de Ralph Lauren en China, cuando se encienda el pebetero y empiece la competición. Para entonces Bosco ya estará en Regent Street. En el corazón de Londres.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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