Con esmoquin y con mono de trabajo

España maneja con destreza el pincel y la brocha. Le caen como un guante el esmoquin y el mono de trabajo y no pierde el perfume ni en las faenas que requieren más sudor. La Roja se ventiló a Francia presumiendo de ataque y de defensa. Los galos propusieron brega, pero perdieron en la faena y en el recreo. “En esta fase de la preparación las cosas que se buscan tienen más que ver con la química que con el baloncesto”, explicaba Scariolo antes del segundo envite de la gira de rodaje camino a Londres. Las sensaciones fueron positivas. En su búsqueda de las mezclas y los equilibrios perfectos el seleccionador movió la pizarra y dio carrete a una nueva pieza ante Francia.

Rudy Fernández —entre algodones durante la puesta a punto por su reciente operación de espalda— saltó en el quinteto inicial y España se sirvió de su impulso para imponer su ritmo y sus galones en el arranque del partido. A campo abierto, Sergio Llull no tardó en sumarse a la causa y al galope se convirtió en el máximo anotador del partido —13 puntos al descanso y 15 al final—.

Cuando la química mejor funcionaba en La Roja, Francia recurrió al físico para equilibrar el pulso. Pocos con más músculo y más fibra que los franceses para cargar el rebote y endurecer el ecosistema en ambas zonas. Del 25-11 del primer acto, con el perímetro español desatado, se pasó a un 13-18 en el segundo, donde comenzaron a saltar chispas en cada roce. Los guerreros de Vincent Collet apretaron los dientes y la pintura se convirtió en territorio comache. Ibaka y Marc se las tuvieron tiesas con Pietrus y Diawara desmintiendo el carácter amistoso de la cita. Pero la refriega no le funcionó a la selección francesa.

Rudy se estrenó en el quinteto y Llull se sumó a su impulso para lanzar el ritmo del partido

España no rehuyó el contacto y combinó a la perfección esfuerzo y talento. Dos triples de Calderón, uno de Rudy y otro más de Pau estiraron la diferencia hasta los 21 puntos. Del 42-34 (minuto 22) se pasó al 58-37 (minuto 27). Cinco minutos de agitación y puntería bastaron a los de Scariolo para dar un golpe en la mesa, acabar con la disputa y desatar la ola en el Palacio.

Sin Noah —lesionado— y con Parker desaparecido en combate —aun padeciendo las consecuencias de la reyerta en la que se vio envuelto hace un mes y que casi le cuesta un ojo—, Francia fio su suerte a los fogonazos de De Colo —13 puntos— y la faena oscura de sus tanquetas. Pero Seraphin, Turiaf y Pietrus chocaron una y otra vez con el muro de los Gasol, los redaños de Felipe y los muelles de Ibaka. Un tapón del pívot de origen congoleño fue redondeado con una galopada de Sergio Rodríguez que asistió a San Emeterio para colocar el 72-49 a falta de cinco minutos. Mientras los franceses buscaban maquillar la sonrojante derrota, España repartía minutos. Solo falta Navarro para completar un equipo de quilates al que no se le caen los anillos cuando toca faenar.