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DESDE MI SILLÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ciclista o culturista

El imponente físico de Greipel pesa demasiado para acarrearlo en las largas etapas de fondo

Andre Greipel a su llegada a la meta.
Andre Greipel a su llegada a la meta.Laurent Rebours (AP)

El otro día leía un artículo sobre Luis Ocaña (El Eddy Merckx español se le llegó a conocer) y lo trágico del final de su existencia. Conquense, hijo de exiliados en Francia, que vivió una dura vida de apátrida; francés en España y español en Francia.

Ayer, viendo el sprint de Ruán, aunque no tenga mucha relación con el tema, me vino esto a la cabeza al ver el imponente físico de Greipel mientras recogía el premio al ganador de la etapa. Cuando ibas detrás de él en el pelotón era un hombre que asustaba, por algo se le conocía como Hulk. Una masa inmensa de músculos que daba respeto solo con su presencia. No desentonaría con su cuerpo en un concurso de culturistas. Sus rivales le mirarían con desprecio, diciendo que sí, mucha fuerza, pero poco volumen, un rival fácil en un concurso de hipertrofia. Y en el seno del pelotón le ocurre justamente lo contrario; mucho músculo, pero demasiado peso y volumen para acarrearlo durante las largas jornadas de las etapas de fondo.

Pero el alemán es un corredor que conoce muy bien sus limitaciones y sabe que nunca ganará a uno como Sagan en un final como el de anteayer, pero que en uno como el de ayer, bien conocido por anteriores ediciones del Tour, solo tiene un rival, su excompañero Cavendish.

Inmejorablemente lanzado por sus compañeros del Lotto, cuya misión es hacer un sprint ganador en la imaginaria línea de meta de la pancarta de 200 metros, logró un triunfo incontestable. No han podido tener mejor maestro sus compañeros a la hora de aprender el oficio, pues no en vano Greipel hizo esta misma labor con Cavendish, para terminar huyendo de la compañía del ahora campeón del mundo buscando volar libre.

Guion típico de primera semana. Ataques de salida, escapada controlada y, al olor de la meta, aumento de la tensión con las consiguientes caídas

48 horas antes solo Cavendish fue capaz de superarle en Tournai después de coger hábilmente su rueda y aprovecharse del inmenso trabajo del Lotto. Una derrota que no le dejaría un buen sabor de boca, pero que le hizo ver que el engranaje de su equipo funcionaba a la perfección; y que —como él bien sabe— la cadencia de Cavendish en los últimos 100 metros es algo que ese hombre posee en exclusividad.

Ayer no era Cavendish quien estaba soldado a su rueda. Una caída dentro de los últimos tres kilómetros le había apartado del juego. Esta vez era Petacchi quien estaba allí, el italiano que ya ha dejado atrás los años en los que era el dominador de la especialidad, pero que aún conserva fuerza —y experiencia— como para batirse con el resto con dignidad. Pero no, nadie fue capaz de remontarle ni un solo metro al alemán cuando alcanzó su distancia y arrancó la máquina de mover vatios que tiene en las piernas.

Por lo demás, guion típico de la primera semana del Tour. Ataques de salida, escapada controlada, tensión por el viento de la costa y, al olor de la meta, aumento de la tensión con las consiguientes caídas y montoneras. De entre los favoritos, esta vez Nibali fue el afectado, caído a 40 kilómetros de meta. Y en la lucha por la etapa, un gran porcentaje del pelotón quedó fuera de la batalla por la caída de Hunter cuando progresaba portando a su compañero Farrar.

“Se masca la tragedia", decía hace años un corredor en estas circunstancias. Y sí, nos arrancaba una sonrisa que nos aliviaba un instante de la tensión… pero se mascaba.

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