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Empanada holandesa

Dinamarca, con un fútbol básico, sorprende a los ‘oranje’ (0-1), empeñados en reivindicarse de forma particular, sin sentido de equipo y jugando cada uno el partido por su cuenta

Ramon Besa
Krohn-Dehli, en el momento del gol.
Krohn-Dehli, en el momento del gol.Michael Probst (AP)

A Holanda no se la reconoce desde su derrota en la final del Mundial de Sudáfrica ante España. Ahora mismo es un equipo desnortado, víctima de un lío monumental, asequible incluso para una selección menor como Dinamarca. La subcampeona del mundo fue víctima de su propio maquiavelismo táctico: no funcionó el plan A (manda Van Persie), ni el B (que salgan Huntelaar y Van der Vaart) ni el C (a ver si lo arregla Kuyt). La empanada oranje favoreció el sentido común danés: le alcanzó con un gol de Krohn-Dehli (m. 24) y un serio ejercicio defensivo para firmar una sorprendente victoria en Kharkiv.

HOLANDA, 0 - DINAMARCA, 1

Holanda: Maarten Stekelenburg; Van der Wiel (Kuyt, min.85), Heitinga, Vlaar, Jetro Willems; Van Bommel, Nigel de Jong (Van der Vaart, min.71), Robben, Wesley Sneijder; Ibrahim Afellay (Huntelaar, min.71) y Robin van Persie.

Dinamarca: Andersen; Jacobsen, Kjr, Agger, Simon Poulsen; Zimling, Kvist; Rommedahl (Mikkelsen, min.85), Eriksen (Schone, min,46), Krohn-Dehli; y Bendtner.

Gol: 0-1, min.24: Krohn-Dehli.

Árbitro: Damir Skomina. Amonestó a Van Bommel, Poulsen y Kvist.

Estadio Metalist Stadium de Járkov (Ucrania), ante unos 32.000 aficionados.

No hay alineación en el mundo más escrutada que la de Holanda. Abunda el politiqueo y se discute mucho sobre jerarquías e influencias en la selección. Nada extraño si se atiende al célebre senado que preside Johan Cruyff, a los miles de hinchas que la siguen por todas partes y a la infinidad de aficionados que tiene por el mundo. A cada torneo, jugadores y técnicos, ya sean jubilados o en ejercicio, contratados o liberados, reabren el debate sobre cómo debe jugar el equipo para ser respetuoso con la historia de La Naranja Mecánica y, al mismo tiempo, aumentar una sala de trofeos que se reduce a la Eurocopa de 1988. La máquina está ahora mismo en manos de Bert van Marwijk. Y de nuevo hay serias dudas de que sea el suegro de Van Bommel quien dé con la tecla y haga campeona a Holanda.

Van Marwijk creyó que había encontrado la fórmula el pasado sábado, cuando sus muchachos golearon a Irlanda del Norte: 6-0. Fue consecuente con aquel marcador e insistió en subrayar la importancia de Van Persie frente a Huntelaar, de De Jong sobre Strootman, de Sneijder respecto a Van der Vaart y de Afellay sobre Kuyt. No jugó Holanda contra Dinamarca, sino contra la propia Holanda. La mayoría de los jugadores sentía la necesidad de reivindicar su puesto en la formación, justificar al entrenador, como si cada uno jugara su propio partido, y a menudo se olvidaron del sentido de equipo y de que el encuentro era competencia del colectivo.

A Krohn-Dehli le bastó con un recorte para eliminar a cinco zagueros en el gol

Robben no paró de regatear, sabedor de su desequilibrio en el mano a mano; Afellay remató sin sentido desde cualquier posición, convencido de que en cada tiro había un gol, y Van Persie se movía como el mejor bailarín y el peor goleador, consciente de que era el rey de la función. Ante el farragoso y confuso monólogo de Holanda, el sabio Morten Olsen fue muy selectivo: puso al equipo por detrás de la pelota, a resguardo en su cancha; rezó un padrenuestro para que el mejor disparo del rival diera en la madera —Robben tiró a la base del poste en el minuto 35— y el árbitro no pitara en su contra —los holandeses reclamaron un penalti por manos en el minuto 89—, y animó como si fuera un hooligan más cada vez que uno de sus jugadores superaba la línea divisoria.

Ya se sabe que, juegue quien juegue, la defensa de Holanda acostumbra a ser una calamidad. Y la zaga de ayer, diezmada por la lesión de Mathijsen, cerró muy mal con Van der Wiel, Vlaar y Willems. El área holandesa temblaba cada vez que se acercaba un danés. Ninguna jugada reflejó mejor la tiritona oranje que el gol de Krohn-Dehli: le bastó con un recorte para eliminar a cinco zagueros de una tacada, con Van Bommel y Heitinga a la cabeza, para después rematar con la zurda entre las piernas de Stekelenburg. No había ni siquiera necesidad de elaborar el juego, sino que valía con aguardar cualquier rechazo de Holanda.

No hay alineación en el mundo más escrutada que la de  la selección holandesa. Abunda el politiqueo

El juego oranje fue a menudo disparatado, ni se defendía ni atacaba, fracturado por la mala mezcla del doble pivote (Van Bommel-De Jong), sin línea de pase ni capacidad de asociarse, falto de jerarquía en la salida y manejo del cuero. Combatió sin fluidez, de forma espasmódica, con la determinación de sus figuras, uno a uno chutando cuando le llegaba la bola contra once daneses.

No hubo noticias de Van Persie, víctima del síndrome de Sudáfrica (un gol), nada que ver con el cañonero de la Premier (30 goles). Poco pudo hacer Huntelaar y Kuyt apenas llegó a tocar la pelota. Las ocasiones fueron escasas para lo que se espera de la generosa Holanda, llena de cañoneros con pedigrí, y a nadie le extrañó el triunfo de la anónima Dinamarca, que reclamó su derecho a la sorpresa.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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