Djokovic, eclipse parcial

Es un día distinto en París. Igual que los atletas sienten que las jornadas de lluvia llenan de electricidad sus músculos y les impulsan hasta marcas imposibles, el serbio Novak Djokovic se enfrenta al italiano Seppi sabiendo que esos no son unos octavos cualquiera. Nole mira al cielo y ve nubes. Nole se quita la chaqueta y siente el mordisco del frío y el viento. Nole mira al cemento de la grada y ve cómo aún gotean los restos de la lluvia. En una jornada igual que esta se inclinó Rafael Nadal ante Soderling, el último número uno caído antes de los cuartos en un grande (2009). En el mismo escenario, similares condiciones, Djokovic vive un verdadero aprieto. Seppi gana las dos primeras mangas entre la hemorragia de los errores del mejor tenista del mundo. Solo la falta de argumentos del número 25 evitan el descalabro mientras la grada, estremecida en un ola mexicana intenta mantener con vida al serbio. Djokovic (4-6, 6-7, 6-3, 7-5 y 6-3) jugará los cuartos contra el vencedor del Wawrinka-Tsonga.

Seppi, con un golpeo de pelota corto, seco y limpio, atacó pronto la bola y le robó segundos al serbio. El italiano, campeón en Belgrado y cuartofinalista en Roma, mezcló sus sorprendentes contraataques desde la línea de fondo con alguna subida a la red, cuestión de romper el ritmo a su contrario. Por encima de todo, en cualquier caso, estuvo el desdibujado día del número uno mundial, incapaz de navegar con tranquilidad un partido en el que viajó con break de ventaja nada más comenzar y en el que gozó de innumerables oportunidades. Cada vez que intentó acelerar con la derecha, Nole lanzó la pelota al infinito. Cada vez que intentó apretar con el saque, Nole no encontró nada. Cada vez que intentó lanzar un resto llameante, de esos tan suyos, la bola no mordió los pies de Seppi, sino la base de la valla. Acabó con 75 errores no forzados. Un tremendo castigo.

El duelo dejó varias conclusiones. Djokovic no está fino, pero podrá pensar que el día le complicó encontrar su diana. A Djokovic le sobran piernas, porque aguantó fresquísimo 4h18m de encuentro y ha ganado los siete últimos partidos que ha discutido en la quinta manga. Djokovic, finalmente, mantiene su candidatura al título, tiene derecho a creer en sus opciones, que por algo es el mejor del mundo, pero necesita algo más: el espíritu, la constancia, la fe y la consistencia de su brillante 2011.