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El hombre tranquilo

Del Bosque ejerce un liderazgo de silencios y palabras sencillas

Del Bosque, en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas
Del Bosque, en la Ciudad del Fútbol de Las RozasJ. C. HIDALGO (EFE)

La noche antes de dar la lista de los 23 elegidos para la Eurocopa de Polonia y Ucrania, Vicente Del Bosque (Salamanca; 1950) era un hombre inquieto, dándole mil vueltas a la cabeza, tratando de ser justo. Alguien como él, con un concepto tan fuerte de la justicia, excluyó con toda su pena a Soldado y a Adrián. Fue una decisión durísima. Como la tomada dos años antes, para acudir a ganar el Mundial de Sudáfrica, cuando dejó fuera a Cazorla y a Senna, dos de los héroes de la Eurocopa anterior en Austria y Suiza. Al primero lo ha podido recuperar para esta cita; al segundo, pese a su buen final de campaña en el Villarreal -aunque el equipo haya descendido-, lo descartó el calendario, sus 36 años.

En tiempos de falta de referentes morales en el país, él lo es sin pretenderlo

Superviviente de casi todo, incluso de rechazar un homenaje artificial del Real Madrid, Del Bosque ejerce un liderazgo de silencios, palabras sencillas y gestos amables. No necesita remarcar su autoridad. El vestuario le reconoce ese aura de los elegidos: desde el Madrid de los galácticos (Ronaldo siempre le tuvo una afecto especial) a la España de los bajitos. La herencia de Luis Aragonés fue un cofre lleno de tesoros, pero Del Bosque supo aligerarlo y abrillantarlo. Hubo un rejuvenecimiento y una evolución del juego de España: entraron Piqué y Busquets en el once y La Roja no solo fue muy superior en el centro del campo, sino también en las áreas: solo recibió dos tantos en el Mundial de Sudáfrica y marcó ocho.

Hijo de un ferroviario republicano, Del Bosque ha sabido unir a las dos Españas con una bonhomía natural, nada impostada. La del Madrid y la del Barça, la de izquierdas y la de derechas, la de Luis Aragonés y la suya. En tiempos de falta de referentes morales en el país, él lo es sin pretenderlo. Su hijo Álvaro, con síndrome de Down, celebró el Mundial con la alegría desbordada del pueblo.

Del Bosque es consciente de disponer de la mejor generación de futbolistas españoles de todos los tiempos, la envidia de otros países mucho más productivos tradicionalmente como Brasil. Disfruta de ellos, aunque sepa que en una Eurocopa como esta solo vale ganar: elegancia y eficacia para prolongar el sueño. La serenidad para saltar por encima de lo improbable: conquistar tres títulos consecutivos. Si hay alguien capaz de lograrlo, es él. El hombre tranquilo.

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