“Me voy, que me dejen”
Guardiola recalca su idea de permanecer lejos del Barcelona al finalizar el contrato y defiende su estrecha relación con Vilanova
Era la penúltima rueda de prensa oficial de Pep Guardiola con el Barcelona, toda vez que le queda disputar el viernes la final de la Copa ante el Athletic. Directo, sin ambages, como siempre se ha mostrado, expresó de inicio su malestar por los rumores que se siseaban en el entorno –silenciado desde que entrara en el club-, esos que decían que Tito Vilanova le había traicionado al aceptar el relevo. “He hecho 546 ruedas de prensa y he estado 272 horas delante vuestro, lo que suman 11 días completos y mi objetivo era ser creíble, decir siempre cosas que eran ciertas”, se arrancó; “así que explicaré lo de Tito; en noviembre, en una cena con Zubizarreta [director deportivo], me lo propuso. Le dije que me parecía muy buena idea. Y tras la eliminación del Chelsea, llamé a Tito al despacho y le dije que ya había llegado al momento, que se lo iban a ofrecer y que hiciera lo que le pareciera”. Y, un tanto molesto, Guardiola expresó su sentir: “¡Qué le iba a decir! La vida le ha puesto una prueba que no veas y la ha superado. Venía aquí en vez de hacer quimioterapia… Es suya la decisión y le dije que estaré a su lado. Decidió que sí y adelante”.
Como era una especie de despedida, al menos en lo que no se refiere a lo deportivo, Guardiola también puntualizó otro punto conflictivo, el que le enfrentaba con el presidente Rosell, puesto que también se deslizó que se iba porque no le dejaba trabajar cómo quería. “Nunca me permitiría menospreciar a un presidente, o pretender que soy más que él o la institución. Es la educación que me ha dado esta casa y mis padres. Y he tenido una maravillosa relación con Laporta y Rosell. A los dos eternamente agradecido por cómo me han dejado trabajar”. Pero, rotundo, el todavía técnico azulgrana dejó claras sus pretensiones, quizá porque intuye que cualquiera le pedirá consejo, que sus palabras se tomaran como referencia –al estilo de Cruyff-, que podría influir en la toma de decisiones. “Digo que me voy, que doy un paso al lado. Cuando el club me necesite, estoy, pero que no usen mi nombre. Me voy, que me dejen”.
Antes, sin embargo, tiene el duelo ante el Athletic, equipo al que se ha preocupado de estudiar una y otra vez –ha visto, por ejemplo, la final del Athletic en la Liga Europa tres veces-, hasta el punto de que ha trabajado el cómo apretarle en la presión y como salir airoso de la suya. “Te hacen uno contra uno en todo el campo y es muy exigente. Tienes menos espacios para circulación y tenemos que hacer las posesiones más largas posibles”. Al tiempo, elogió a Bielsa, a quien admira: “A la gente que es tan honesta en el juego como Marcelo, que intenta agradar al pública que le gusta el fútbol, espero que le vaya bien. Pero ahora quiero ganarle”. Y, como desde el primer día, cuando prometió que se disfrutaría del equipo, explicó el ideario innegociable de su equipo, más allá de que le preocupe el estado del césped: “Jugaremos como en todas la finales. El objetivo es acabar con la sensación de que hemos sido nosotros, que hemos hecho nuestro juego. Es el último esfuerzo del año”.
Para Guardiola, que ha conseguido 13 de los 18 títulos que ha disputado como técnico del Barça –“si no hubiese estado en este club, jamás lo hubiera conseguido, pero sería el mismo entrenador”, aclaró-, dijo que la única espina clavada que se le quedaba era no alcanzar la final de esta Champions. “Me hubiese gustado llegar a Múnich. Pero el tiempo lo curará”. Lo que no quiere cambiar dentro de un tiempo, sin embargo, es su decisión de dejarlo por un tiempo. “¿Si el club le llama en seis meses porque le necesita, volvería?”, le cuestionaron. “No”, respondió; “entre otras cosas porque Tito lo hará bien y porque si se hago esto es para tomar distancia”.
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