Más montaña que montañeros
No ha habido un escalador capaz de salir fuerte para romper el ritmo de los Liquigas y la carrera se ha convertido en una prueba de eliminación
En este stacatto Giro serenísimo de control circulan también insidias que los afectados no dudan en responder como se merecen. Ivan Basso y Purito Rodríguez por eso han tomado el micrófono para hablar y para desmentir. “¿De dónde ha salido que soy torpe bajando?”, dijo el italiano, que en el descenso del Giau, limpio, magnífica carretera, sin curvas traicioneras, perdía la rueda de Hesjedal, otro que no es un halcón. “No soy torpe, cuando quiero bajo bien. Lo que pasa es que no me gusta arriesgar para ganar unos segundos. Tengo tres hijos y 34 años, ya no puedo hacer el tonto”. “¿De dónde ha salido que todas las grandes vueltas tengo un día malo?”, preguntó, por su parte, Purito, consciente también de que Italia espera que falle uno de los dos días de montaña que quedan, si no en la contrarreloj, y consciente que si no se puede hablar en puridad de días malos, sí que ha tenido jornadas en su historial en las que ha perdido la concentración.
A ambos dos no solo les une la necesidad de autoafirmarse ante los que dudan, sino también la de hacer descabalgar al canadiense Ryder Hesjedal, de Victoria (Columbia Británica), un grandote que espera que el nombre de su lugar de nacimiento sea premonitorio y al que no han podido soltar hasta ahora en la montaña, pese a que no es un escalador puro, sino uno de esos pegajosos, uno que se agarra. Eso también podría significar que en Italia hay ahora más montaña que montañeros (quedan aún por superarse el Manghen, dos veces el Alpe di Pampeago, el Mortirolo y el Stelvio), pues no ha habido un escalador capaz de salir fuerte para romper el ritmo de los Liquigas y la carrera se ha convertido en una prueba de eliminación y de scatto (salto) final. “En 800 metros en Cortina han pasado más cosas que en 8,5 kilómetros en el Giau”, resumió Basso. “Así que seguramente el Giro puede cambiar en los tres últimos kilómetros del Pampeago y del Stelvio”. Más quizás será necesario para hacer desesperarse a Hesjedal, de 32 años, uno que se hizo famoso hace un par de años, cuando la suspensión de vuelos por el volcán islandés, en que condujo varios miles de kilómetros un coche desde Girona, donde vive, hasta Holanda, para llegar a tiempo de participar en una Amstel Gold Race en la que solo le pudo ganar Gilbert. Así de perseverante es Hesjedal.
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