El máster de Cesc
El medio del Barça, reñido con el gol, tilda de muy buenos sus números y el curso con Guardiola
Acabó en el Barça gracias a la persistencia de Tito Vilanova, que lo dirigió en cadetes, y a la aquiescencia de Pep Guardiola, convencido de que el futbolista daría una nueva vuelta de tuerca al equipo, que le haría más imprevisible y, sobre todo, que le dotaría de más llegada desde la segunda línea. Dieron en el clavo, hasta el punto de que Cesc Fàbregas marcó cinco redes en sus siete primeros encuentros oficiales, una efectividad que reñía, incluso, con la de Messi. Pero su efervescencia goleadora se diluyó, quizá porque pasó de jugar como un trescuartista a un volante. “Es el primer año y la gente te excusa un poco más, pero ha sido una buena temporada a nivel individual. Mis números son muy buenos”, señaló ayer. Entiende Cesc que a las órdenes de Guardiola y rodeado de Xavi e Iniesta, entre otros, ha hecho un máster que no tiene precio.
Humilde, Cesc admitió tras un partido de este curso que en ocasiones le pedía consejo táctico a Xavi. Le costaba comprender el juego posicional azulgrana. Habituado al inicio a estirar el equipo a costa de perder algo de control en el juego, luego trató de familiarizarse con la horizontalidad, con la opción de reiniciar las jugadas. Llegó a preocuparle. “Tengo siempre ganas de irme hacia adelante, por la costumbre del Arsenal. Al actuar de interior, en cambio, significa que hay que tener más disciplina, mantener la posición, y a veces me falta la paciencia de Busquets y Xavi”, se justificaba.
“A veces entra y otras, no. Pero sigo teniendo ocasiones y no he perdido la frescura”
El problema es que durante la transición perdió el gol y aún no lo ha recuperado —no ve puerta desde el 8 de febrero, cuando batió al Valencia en la Copa—, como tampoco parte de su trascendencia en el juego ofensivo del equipo. “Resulta que si no marco, parece que juego mal. No se me debe juzgar por los goles; no soy un goleador”, rechistó entonces. Aunque ayer apuntó: “En ocasiones entra y otras, no. Pero lo importante es que he seguido teniendo oportunidades y no he perdido la frescura. A veces se han ido al palo, otras a la línea, otras le he pegado mal...”. Los números le dan parte de razón, puesto que desde su último gol liguero ha firmado cuatro palos —suma cinco, solo por detrás de Messi (10), Ronaldo (8) y Rubén Castro (6)— y se mantiene cuarto en los remates azulgranas, con 43 y a la estela de Alexis (46), Iniesta (47) y Messi (198). “Desde que descubrí el gol hace cuatro años, me encanta. Estoy seguro de que volverá”, expuso.
Lo necesita el Barça, con la final de la Copa ante el Athletic a la vuelta de la esquina, sobre todo porque no le sobran las dianas desde la segunda línea. Busquets acumula dos en 51 duelos, Keita cuatro en 41, y otros tantos de Thiago en 44. Se despereza Xavi, con 14 en 50, tres menos que el propio Cesc, en 47. “De ganar, sería un homenaje al mister. Aunque jugamos contra un rival espectacular y al que admiramos mucho en el vestuario”.
Solo vale la victoria. “El Barça te obliga a ganar todo. En el Arsenal también, pero tampoco pasaba nada del otro mundo si no lo conseguías. Por eso vine aquí, es lo que me gusta y me ha cambiado”. Eso y la confianza de Guardiola, que, a pesar de que comparte parcela con Iniesta, Xavi, Thiago y Keita, siempre ha encontrado un sitio para Cesc en los partidos de alto copete; ha jugado siempre ante el Madrid, titular en los compromisos contra el Chelsea y media parte en la final del Mundial de Clubes. Pero desde que perdiera el gol, en Liga solo completó dos de los últimos 17 partidos. Eso, sin duda, también entra como parte del máster.
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