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Nadal enseña las garras

El balear gana a Ferrer y busca contra Djokovic el título y el número dos antes de Roland Garros

J. J. MATEO
Nadal conecta un revés ante Ferrer.
Nadal conecta un revés ante Ferrer.CLAUDIO ONORATI (EFE)

En las semifinales del Masters de Roma, la victoria de un fantasma. Todo esto tiene el alicantino David Ferrer a su favor frente a Rafael Nadal. Siete bolas de break en el primer juego del mallorquín al saque, que duró más de 15 minutos (no convirtió ninguna). Una rotura de ventaja en la primera manga (3-1). Minibreak a su favor en la muerte súbita (2-0 y 3-1). Sin embargo, la leyenda del número tres puede por 7-6 y 6-0 con el número seis. Es Ferrer contra su memoria, Ferrer contra el fantasma de tantísimas derrotas previas (4-14). Nadal, un caníbal, no solo enjuga esas desventajas con tiros, sino también con recuerdos. A cada situación favorable, por la memoria del alicantino se pasean escenas de pesadilla que le atenazan el brazo. Superior con el marcador en igualdad, Ferrer sufrió un ataque de vértigo cada vez que se puso por delante, lo que permitió a Nadal llegar a la 70ª final de su carrera (48-21), que disputará contra Novak Djokovic, que en la otra semifinal sobre la arena romana se impuso a Federer por 6-2 y 7-6 (4) —en categoría femenina, el duelo será entre Sharapova y Na Li—.

El mallorquín juega hoy (16.00, Canal +, Canal + HD y TVE-1), pero también compite pensando en el mañana. El duelo por el título marcará su presente y puede decidir mucho de su futuro. En caso de victoria, Nadal lograría su sexto título en Roma, rompería el empate que tiene con Federer al frente de la clasificación de títulos Masters 1000 (20) y le arrebataría el número dos al suizo. Eso no es cualquier cosa. Con Roland Garros a la vuelta de la esquina (comienza el 27 de mayo), ocupar esa posición de privilegio permitiría al mallorquín evitar a Djokovic hasta una hipotética final en París. Un dato relevante teniendo en cuenta que ha perdido siete de los últimos ocho enfrentamientos contra el serbio, al que derribó en la final de Montecarlo. “He tenido una temporada de tierra prácticamente perfecta”, comentó el español tras ganar a Ferrer. “He ganado dos torneos (Montecarlo y Barcelona), estoy en la final de Roma… para mí, lo de Madrid no fue tierra (perdió en octavos con Verdasco)”.

Antes, así transcurre el duelo contra el alicantino. A Nadal, que gestionó con maestría los puntos clave, le falta chispa en las piernas. Huérfano de la movilidad que le ha dado fama, su revés ofrece una diana a Ferrer, que le acula sobre ese golpe, desplazándole tiro a tiro para luego cerrar las jugadas con un derechazo cruzado. El alicantino desenfunda siempre antes. Se levantan remolinos de arcilla, y silban sus balas entre las nubes de arena. Rojos marchan sus calcetines, hirviente la sangre, porque ese es un tenista que tira con plomo. Graduado con nota en tierra batida, el número seis huye del patrón habitual de la superficie ante el mejor jugador de la historia en ese tipo de pistas. Juega rápido. Termina pronto los puntos. Nunca deja que Nadal se acomode en su alto ritmo, y solo la increíble capacidad competitiva de su contrario le impide hacer suya la primera manga.

Perder el parcial inaugural es demasiado para el alicantino. Sufre un cortocircuito. Agotado por el esfuerzo, hundido por la falta de premio tras un parcial que duró más que muchos partidos (1h 26m), se ahoga en un Himalaya estadístico. Nadal no pierde una semifinal sobre arcilla desde 2003 (Umag, contra Carlos Moyà) y jugará su séptima final en Roma, donde el año pasado se inclinó ante Djokovic. Independientemente del resultado, algo ha quedado claro. Roland Garros arranca el 27 de mayo y el mallorquín está preparado.

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Sobre la firma

J. J. MATEO
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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