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Antes de la guerra, una batalla

Ferrer (7-6 y 6-3 a Gasquet) cita en semifinales a Nadal, vencedor por 6-4 y 7-5 de Berdych en un duelo tremendo

J. J. MATEO
David Ferrer, durante el partido ante el francés Richard Gasquet.
David Ferrer, durante el partido ante el francés Richard Gasquet.C. ONORATI (EFE)

Sobre la arena de Roma, dos gladiadores. Rafael Nadal y el checo Tomas Berdych compiten con la raqueta, la cabeza, el corazón y el alma. Es un pulso tremendo, disputado de tú a tú, sin medianías, pausas ni espacio para las transiciones. Se pega y se tira, se golpea y se grita. Son los cuartos del torneo de Roma, y si el mallorquín sobrevive a eso, si se cita el sábado en semifinales con David Ferrer (7-6 y 6-3 al francés Gasquet; habrá un finalista español), es porque en su cuerpo habita un caníbal inconsciente, tenista permanentemente hambriento que juega sin hacerle caso al marcador, punto a punto, sin reparar en la lógica que le ordena pensar en el siguiente juego. Así, en la segunda manga, Berdych saca 4-2 y 40-15, luego 4-4 y 40-15, y primero pierde el servicio y más tarde debe levantar una bola de break. Solo ese noveno juego dura más de diez minutos. El desgaste es brutal. Feroz. Una guerra de nervios antes de la batalla con Ferrer: 6-4 y 7-5 para Nadal ante el número siete mundial.

“He encontrado un rival que venía jugando muy bien, de los que está más en forma del circuito y he jugado un partido muy completo. Empecé impecable”, dijo en los micrófonos de Teledeporte el mallorquín, que solo cedió 15 puntos al saque y remontó el segundo set dando un paso hacia adelante. “Me encontraba atrás, pero con su servicio me costaba ganar pista”, añadió. “Me voy muy satisfecho de mis sensaciones".

Las semifinales serán todo un examen para Ferrer. El alicantino no es el número seis mundial por casualidad. Juega duro y pega fuerte. Ante el mallorquín, sin embargo, tiene perdido el balance particular (4-14), e incluso, parece a veces, la suerte: durante la estupenda final del Godó que disputaron ambos este mismo año, Ferrer mereció sobradamente ganar la primera manga, y un golpe con el marco de Nadal, desviado luego por el viento, contribuyó a impedírselo. “Ojalá hubiera tenido un tío como Toni”, acabó diciendo el número seis mundial, derrotado, en referencia al tío y entrenador de su contrario. Esas palabras, pronunciadas con una sonrisa, no tuvieron nada de inocentes. Frente a las dificultades, Nadal da un paso adelante. Allí donde otros dudan, él cree con más fuerza. Es la señal de un tenista único, forjado al fuego de un entrenador distinto a todos. Que le pregunten a Berdych.

Resultados:

Ferrer a Gasquet (7-6 y 6-3), Nadal a Berdych (6-4 y 7-5), Djokovic a Tsonga (7-5 y 6-1).

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Sobre la firma

J. J. MATEO
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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