Desciende el último romántico
El Estudiantes cae ante el Murcia en el Palacio (80-86) y pierde la categoría por primera vez en sus 64 años de historia.
Se respiraba el luto por las galerías del Palacio de los Deportes. Los jugadores del Asefa Estudiantes desfilaban camino del vestuario con la losa de un descenso histórico sobre sus espaldas tras caer (80-86) ante el UCAM Murcia en un partido que ponía punto final a una temporada convulsa. En ese recorrido, Carlos Jiménez tuvo que levantar la cabeza e interrumpir el paso para fundirse en un abrazo con Felipe Reyes. “Se te va a echar mucho de menos”, soltó el capitán madridista al estudiantil en medio del arrumaco.
Jiménez colgaba la camiseta de tirantes después de 18 temporadas en la élite (13 en el Estudiantes y cinco en el Unicaja) y 457 partidos como colegial. Solo Azofra, ahora director deportivo del club, supera, con 610, su hoja de servicios con los del Ramiro de Maeztu. Ambos estaban, junto al propio Reyes, el 31 de enero de 2000 en Vitoria levantando la Copa del Rey, hasta la fecha la última pica en Flandes de un histórico que se marchitó esta temporada vivida en un sinvivir. Era el descenso del último gran romántico del baloncesto español.
El Murcia, que celebró a lo grande su partido 500 en la élite, seguirá en la Liga Endesa
El pasado verano, el club del Ramiro, recién salido de un concurso de acreedores en 2010 y sin dinero para dispendios, realizó una apuesta en busca de la identidad perdida y recurrió a dos de sus símbolos recientes más reconocibles. Pepu Hernández y Jiménez se convirtieron en la imagen de un prometedor proyecto al que meses después se sumó Rodrigo de la Fuente. A Luis Casimiro le quedaba un año de contrato en el banquillo, pero fue destituido. Meter al equipo en la Copa y en playoffs dos años atrás y salvarlo con solvencia el curso pasado no fue suficiente.
“Queremos volver a ser un equipo de patio de colegio, en el mejor sentido”, dijo Pepu en su presentación. Pero la fórmula no resultó. El bajo rendimiento de Flores y Wright, dos de los extranjeros llamados a marcar diferencias, y la endeblez de una plantilla que apenas alcanza los 25 años de edad media instalaron al equipo en la inestabilidad. “Era un proyecto de riesgo, con muchos jóvenes y varios debutantes, y no ha salido como esperábamos”, reconoció el director general del club, José Asensio.
Se marcharon Pepu, Flores y Wright y llegaron Trifón Poch, Kirksay, Lofton, Deane y Bullock, pero la condena era inevitable. Era la crónica de una muerte anunciada de un club atribulado y zarandeado por la crisis.
Ahora aguarda algún milagro administrativo para salir del pozo
Mediados los años 90, en tiempos de apogeo, llegó a tener el quinto presupuesto de la Liga con unos 500 millones de pesetas de la época, en 2005 aún se mantenía entre los ocho primeros con 7,5 millones de euros, pero en 2010 vio cómo su hucha languidecía y pasaba a ser el 12º con poco más de cuatro millones de euros.
Subsistió con solvencia durante años vendiendo las joyas que producía su cantera (Herrero, Reyes, Carlos Suárez, Jiménez...) y superó el concurso de acreedores. Pero los bandazos deportivos y la crisis se lo han llevado por delante.
Tres veces campeón de Copa, cuatro veces subcampeón de Liga, 24 participaciones en competición europea, un subcampeonato en la Copa Korac, una final four y una infinidad de talento formado en su cantera y repartido por todo el baloncesto español caen al infierno en un descenso histórico. Ahora aguardan algún milagro administrativo para salir del pozo. Con las cuentas algo más saneadas que alguno de sus competidores y un patrocinador estable, esperarán el traspié económico de alguno de los equipos ACB o de aquellos que se ganen el ascenso y no puedan cumplir los requisitos de la máxima competición: un presupuesto económico mínimo de 2,5 millones, la imposibilidad de generar déficits sin justificación, la necesidad de estar al día en los pagos a los jugadores y la obligación de presentar un certificado de estarlo también con la Agencia Tributaria.
El club del Ramiro de Maeztu, uno de los seis que fundaron en 1956 la Liga nacional, lo que ahora es la ACB, la Liga Endesa, era el único, junto al Madrid y el Joventut, que nunca había perdido la máxima categoría en sus 64 años de historia. Pero, tras rondar el abismo en 2009, ha acabado por despeñarse tras una temporada turbulenta, metáfora de su declive.
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