Al borde de un suspenso histórico

“Nos salvamos seguro”. Desde hace unas semanas un lema tan optimista como agónico preside la pizarra de estrategias del Estudiantes. En una angustiosa cuenta atrás, el conjunto colegial ha ido tachando fechas en el calendario hasta llegar a Valladolid sin margen de error. A falta de dos jornadas para el término de la Liga, solo dos victorias ante Blancos de Rueda (hoy, 20.30) y Murcia permitirían al conjunto de Trifón Poch escapar del descenso. El Blusens se salvó ayer al ganar al Valencia Basket (76-62) por lo que la permanencia se la juegan los colegiales y el Murcia.

“Lo hemos hablado en el vestuario y los jugadores saben que saldrá a jugar el que más cosas pueda aportar al equipo. No podemos pensar en el futuro. Es el momento de darlo todo por el grupo, por el equipo, sin pensar en el individuo. Ahí puedo ser una gran ayuda para orientar a los jugadores, porque tengo experiencia en este sentido”, cuenta el técnico colegial, que resume el mensaje en pos de la supervivencia. Se hizo cargo del banquillo del Ramiro de Maeztu hace dos meses, a falta de 12 jornadas para el final y con el equipo penúltimo en la clasificación tras 16 derrotas y tan solo seis victorias. Los mismos números que en la temporada 2007-2008, cuando los colegiales coquetearon con el descenso hasta la última jornada.

Con Trifón Poch, el Estudiantes ha sumado cuatro victorias y seis derrotas en busca de un milagro que el técnico ya encontró en Alicante hace ocho años. Entonces se hizo cargo del Etosa con el equipo en última posición de la tabla y, tras una segunda vuelta de vértigo, el conjunto alicantino terminó el curso en 14ª posición.

“Por encima de la experiencia, más importante es la personalidad de cada uno en la pista, y Estudiantes tiene a su favor que tenemos grandes jugadores con mucha experiencia y que son, todos, grandes competidores”, explica el técnico. Uno de esos jugadores es Bullock. Tras un rocambolesco fichaje interruptus, el escolta estadounidense debutó el pasado fin de semana y afronta una experiencia inédita en su trayectoria. “Siempre jugué bajo la exigencia de ganar y la presión de lograr títulos, pero esto es mucho más difícil”, cuenta. “No me siento el salvador del equipo y no veo que haya miedo por bajar. Si ponemos la presión por delante del baloncesto lo pasaremos mal”, resume.

No estarán solos los colegiales en Valladolid. Un grupo de 430 aficionados viajarán hoy por la tarde desde la estación de Chamartín hasta el Pabellón Pisuerga en un tren fletado por el club a 30 euros por persona (ida y vuelta más entrada) y casi medio millar más lo harán en varios autobuses en una entusiasta excursión al abismo. Enfrente, el Blancos de Rueda, ya descendido, no lo pondrá fácil porque busca otra carambola en forma de clavo ardiendo. Aspira a terminar penúltimo por si acaso alguno de los clubes que logren el ascenso no consigue formalizar su inscripción en la máxima categoría por cuestiones económicas. Para contar con el apoyo de los suyos, el club pucelano ha puesto en marcha el sorteo de un crucero para dos personas por el Mediterráneo y de un carro de la compra por valor de 200 euros entre los socios que acudan al partido. Márketing e inventiva en medio del drama.

El equipo del Ramiro, el Madrid y el Joventut, los únicos que jamás bajaron de categoría

Cuando hace ocho meses se publicó el calendario de la presente temporada, los aficionados al baloncesto marcaron en rojo la 33ª jornada porque en ella se citaban Barcelona y Madrid en su enésimo pulso por el poder. Nadie podía imaginar entonces que otro histórico de la canasta estaría al borde del precipicio y del descenso. Una amenaza que pocas veces ha sentido el club del Ramiro de Maeztu, uno de los seis que fundaron en el año 1956 la Liga nacional, lo que ahora es la ACB, y el único, junto al Madrid y el Joventut —el Barça suprimió la sección en el curso 1960-61 y bajó en el 63-64—, que nunca ha perdido la máxima categoría en sus 64 años de historia.