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La maldición de Messi

El argentino, que no le ha marcado nunca al Chelsea, simboliza como nadie la derrota por su penalti fallado

Messi se lamenta de la derrota ante el Chelsea.
Messi se lamenta de la derrota ante el Chelsea.PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)

Los jugadores del Chelsea se abrazaban celebrando el gol de Torres, que les aseguraba el viaje a Múnich, mientras los del Barcelona asumían la crueldad del momento y Messi, manos en las rodillas, fijaba la mirada en el césped, en el centro del campo, buscando consuelo a su desesperación. No lo encontró. Se lo tragó la sinrazón del futbol, a él y a sus compañeros, en un vestuario silencioso como pocas veces se recuerda.

Messi, que con el de ayer lleva disputados ocho partidos contra el equipo inglés y aún no le ha marcado un gol, estrelló anoche dos balones en los palos. Uno, el primero, en el minuto 49, en el lanzamiento del penalti. Ivanovic pisoteó antes el punto fatídico —se ganó la tarjeta amarilla— y La Pulga le pegó arriba, tanto que el larguero escupió la pelota. Casi al final, cuando se consumía el tiempo y la angustia se apoderaba del estadio, cuando un gol eliminaba al Chelsea, remató otra vez y esta vez fue la base del palo izquierdo la que rechazó el cuero. Ocho encuentros y ni un gol al Chelsea. Ayer falló el tercer penalti de la temporada de los 13 que ha tirado (después de los errados ante el Valencia, en la ida de semifinales de la Copa del Rey, y ante el Sevilla, en Liga) y el octavo desde que llegó al primer equipo de los 34 que ha lanzado.

Dispuesto a remontar, Guardiola no se cortó un pelo y fue más Guardiola que nunca desde la mismísima charla, especial por corta e intensa. Guardiola cerró con tres defensas; abrió el campo con Cuenca, otro de sus niños; llenó la zona ancha con los cuatro mosqueteros (Cesc, Iniesta, Xavi y Busquets), puso a Alexis a fajarse con Terry y Cahill, y dejó que Messi revoloteara según su intuición. Y apareció La Pulga, tan pronto que solo iban dos minutos de partido y muchos aficionados seguían atascados sin poder llegar al campo porque los Mossos cerraron la Travessera de Les Corts, la vía principal de acceso al Camp Nou, por una pelea entre aficiones que finalmente se saldó con algunos contusionados, pero sin heridos de consideración y sin que se produjera ninguna detención.

Sin consuelo, Messi felicitó a los rivales por su gesta, agradeció al público su ayuda, pactó el cambio de la camiseta con Lampard y, cabizbajo, enfiló el vestuario

El primer disparo, con la derecha, tras una excelente combinación con Alexis, abrió una lista de remates sin fin: 23 se le contaron al Barcelona, seis a puerta, y dos a Messi, los dos a la madera. A diferencia del último partido en el Camp Nou, ante el Madrid el pasado sábado, Messi jugó mucho y bien, pero percutiendo contra un muro que resultó inexpugnable por dentro y por fuera. Como Guardiola —no ha ganado nunca a los blues aunque les eliminara de las semifinales hace dos años—, Messi ya no sabe qué inventarse para doblegar a los de The Bridge. Tampoco para marcar en una semifinal en su estadio: lleva cuatro —Manchester United, Real Madrid y Chelsea dos veces-— y nunca ha logrado firmar goles.

“Está hundido, como todos en el vestuario, pero no vamos a reprochar nada a Leo, ¿no?”, planteaba Cesc. “Estamos aquí gracias a Messi y más que nunca quiero agradecerle lo mucho que nos da. Mi admiración para él es insuperable por su coraje. Es un ejemplo para todos por su competitividad. No tengo duda de que pasará unas horas malas, pero eso es lo bonito del deporte. A veces lloras y a veces toca reír”, dijo Guardiola.

Sin consuelo, Messi felicitó a los rivales por su gesta, agradeció al público su ayuda, pactó el cambio de la camiseta con Lampard y, cabizbajo, enfiló el vestuario encabezando la hilera de futbolistas del Barça, a los que el cuerpo técnico hizo el pasillo camino del túnel que lleva a las entrañas del estadio.

El sueño de la final de Múnich se hizo añicos para Messi en la portería del Gol Norte. Después de 47 remates, el Barça metió dos goles. El Chelsea, con tres en siete, es finalista. El futbol, ya se sabe, es así.

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