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Vettel reacciona como un campeón

El alemán se estrena este curso, por delante de Raikkonen y Grosjean, y Red Bull recupera la batuta del Mundial Alonso, séptimo

Oriol Puigdemont
Vettel celebra su victoria en Bahréin.celebra
Vettel celebra su victoria en Bahréin.celebra Mark Thompson (Getty)

Afirma un reputado técnico del paddock que Red Bull nunca duerme. Dice que muchos viernes, cuando la mayoría de los equipos ya están encerrados en las carpas, cenando, a última hora de la noche, varias furgonetas de DHL, la empresa que se encarga de la logística del Mundial de fórmula 1, aparcan detrás del taller de los bólidos de la bebida energética repletas de piezas recién llegadas de su sede, en Milton Keynes (Reino Unido). “Hay más ejemplos”, prosigue el ingeniero. “A veces nos vamos y escuchamos que dentro del garaje ellos siguen cortando piezas de fibra”, añade esta voz cualificada.

La F-1 evoluciona a una velocidad de vértigo y eso también es válido para las metodologías de trabajo, que en los últimos años se han acelerado de forma ostensible. “Tiempo atrás”, reconoce uno de los mecánicos de Red Bull, “todas las estructuras planeaban cuatro evoluciones potentes y punto. Pero ahora, al menos nosotros, desplazamos cosas nuevas a cada circuito”.

Este planteamiento cobra más sentido que nunca después del Gran Premio de Bahréin, una carrera con las hechuras más indicadas para que Sebastian Vettel pudiera concretar la reacción propia del campeón que es, esa que ya comenzó a currarse el sábado, al llevarse la pole, y que ayer rubricó con la victoria en la carrera y la vuelta rápida.

Pirelli ha convertido el certamen en un tiovivo, con cuatro ganadores en cuatro pruebas

Por detrás del alemán cruzó la meta Kimi Raikkonen, que volvió a subir al podio cuatro carreras después de su vuelta a los circuitos cerrados, y Romain Grosjean, su compañero en Lotus, el primer francés que lo consigue desde el que Jean Alesi logró en Spa, en 1998, al volante de un Sauber. Fernando Alonso, embutido en el tráfico en todo momento, terminó el séptimo.

Antes de que los monoplazas echaran a rodar en pretemporada, Pirelli anunció una revolución. Con la experiencia del curso anterior, la compañía italiana quiso ponerle picante al asunto, de modo que ablandó sus compuestos y les aumentó la sensibilidad a los cambios de temperatura. Esa iniciativa ha convertido este Mundial en un delicioso tiovivo absolutamente opuesto al anterior, con cuatro ganadores de cuatro equipos distintos en las cuatro primeras paradas, un reto de altura para los expertos, un chollo para las casas de apuestas y una tortura para los ingenieros.

Si Rosberg triunfó en la carrera pasada, en esta la bonanza se alió con Vettel

En China, la semana pasada, dos grados de diferencia auparon a la pole a Nico Rosberg, que al día siguiente le devolvió la gloria a Mercedes después de 60 años. Esta vez, una inesperada bonanza (32 grados en la pista en el arranque) se alió con Vettel, que salió zumbando desde el primer momento y que apenas volvió a aparecer en las pantallas de televisión hasta que Raikkonen se le echó encima, después de visitar los talleres por segunda vez, aunque nunca pudiera superarle.

Iceman es único. Cansado de despeñarse terraplén abajo en el Mundial de rallies, el finlandés aceptó en diciembre la oferta de Lotus. En solo cuatro domingos, el nórdico ya ha vuelto a exhibir ese talento que le llevó a convertirse en 2007 en el último campeón del mundo a los mandos de un Ferrari. “El podio en Bahréin es posible”, avanzaba el martes. Dicho y hecho. La elasticidad y ligereza del motor Renault que incorporan el E20 y el RB8 terminaron por marcar la diferencia en Shakir, un escenario donde la tracción resulta capital. No es casualidad que los cuatro primeros bólidos en cruzar la meta lo hicieran propulsados por la marca del rombo, que a pesar de haber vendido el tinglado en la F-1 sigue estando muy presente en un campeonato en combustión, con cuatro líderes distintos en las cuatro primeras paradas, una casuística inaudita en la historia del certamen.

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