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Guardiola y el fenómeno Messi

A diferencia de sus antecesores, el técnico del Barça acercó a su figura al área en lugar de alejarle

R. Besa
Barcelona -
Messi juguetea con el balón en un calentamiento.
Messi juguetea con el balón en un calentamiento.DAVID RAMOS (GETTY)

La historia del Barça está salpicada de excelentes delanteros que acabaron jugando como falsos extremos. A Cruyff siempre se le reprochó que, siendo jugador, viviera de rentas del 0-5 y prefiriera sacar de banda a forzar libres directos. Lineker aceptó de mala gana que el propio Cruyff, entonces ya como entrenador, le pusiera el 7 como camisa de fuerza para que de 9 jugara Julio Salinas. El día que Van Gaal se enfadó de veras y arengó a la prensa con el ya famoso “tú eres muy malo” fue porque le preguntaron por la negativa de Rivaldo a jugar como si fuera un 11 y no un 10. Y es sabido que el equipo de Rijkaard comenzó a carburar cuando Davids entró como tercer centrocampista y desplazó a Ronaldinho al margen izquierdo del Camp Nou.

La excepción ha sido Messi, que ha hecho el camino a la inversa: pasó de la banda derecha al centro del ataque del Barcelona por decisión de Guardiola. El técnico azulgrana, sin embargo, le limpió previamente el camino cuando prescindió de Eto’o e Ibrahimovic. La intervención de Guardiola respecto a La Pulga fue tan determinante como lo había sido la de Ronaldinho para el Barça. La alegría del Gaucho sacó al club del confesionario en el que lo había metido Gaspart. Messi, en las mismas condiciones, habría sido víctima seguramente de una contagiosa tristeza, de manera que fue una suerte para el barcelonismo que el reinado del brasileño llegara antes que la explosión del argentino. El éxito de La Pulga se edificó en parte a partir de Ronaldinho y sobre todo de Guardiola.

El argentino ha sido el mejor intérprete de la cultura de juego del club azulgrana

El entrenador generó las mejores condiciones para la expresividad de Messi y se ganó su confianza desde que le permitió competir en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. “Conmigo marcarás tres o cuatro goles cada partido”, recuerda el jugador que le confesó Guardiola nada más llegar al Camp Nou. Messi ha respondido al reto del técnico porque es el número uno a nivel individual y porque entiende como nadie el juego colectivo del que pasa por ser el mejor equipo del mundo. A diferencia de los extranjeros fichados como estrellas por el Barça, la Pulga se ha criado en la Masia, inmerso en la cultura de juego del club. No ha sido un espectador sino su intérprete por excelencia, así que participa del solfeo de Xavi e Iniesta para rematar como un excepcional solista.

Para el barcelonismo fue una suerte que el éxito de Ronaldinho precediera al de la Pulga

Messi sabe que cada demarcación tiene su código, que no es lo mismo actuar de interior que de extremo, por dentro o por fuera, que a veces se impone tocar de primera y en otras conviene tirar una pared, cuando no regatear. Normalmente, siempre hace lo que demanda la jugada. No es populista ni se adorna, y su egoísmo es bien ententido por sus compañeros. La cantera le tiene como uno de los suyos y el mejor de todos y, por tanto, le consiente que jamás sea sustituido, juegue todos los partidos y tenga más vacaciones que ninguno. “Representa la nueva forma de liderazgo: sencillo, creíble, de pensamiento estratégico y con la capacidad de inspirar y tirar del grupo”, concluye Luis Conde, presidente la firma de cazatalentos Seeliger y Conde.

Humilde y genial, incluso la historia ha sido respetuosa con su récord goleador. La marca de Messi ha llegado después que falleciera el último de los seis delanteros del famoso equipo de Les Cinc Copes: Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón, y Vila. No se sabe cual es su próximo reto porque a sus 24 años, precoz como ha sido hasta ahora, se supone que no tiene límites. Se sabía que era el mejor 10, pero se desconocía que podía marcar tantos o más goles que el mejor artillero en la historia del club, como ha escrito Miguel Rico. El suyo es un repertorio tan variado como personal: alguna de sus jugadas evocan a Romario, otras a Maradona, también las hay parecidas a Ronaldinho o Ronaldo. Pero, aún siendo parecidas, todas llevan su trazo inconfundible.

Ahora mismo es imposible calcular el impacto del fenómeno Messi.

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Sobre la firma

R. Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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