Osasuna se gusta en el pasacalles
Los navarros superan (2-1) a un Granada sin rumbo gracias a dos zarpazos en cinco minutos
Que los partidos descabalgados le resultan cercanos a Osasuna lo sabe José Luis Mendilibar. En parte porque la adversidad intensifica ese orgullo propio que termina por resolverle las papeletas más complicadas. En medio de un correcalles terminó por sacar tajada gracias a dos zarpazos en la panza de un Granada poco habituado al voltaje desmesurado.
Era un cruce de caminos cubierto de intersecciones. No había espacio en el que respirar, desahogarse de una presión que por intensa terminaba por bloquear la creatividad de los dos equipos. No le importa moverse a Osasuna en medio de la discordia, siempre capaz de encontrar un agujero por el que respirar. Se le presupone a los navarros ese aire revolucionado, inconexo demasiadas ocasiones, pero efectivo al final del recorrido.
Osasuna, 2 - Granada, 1
Osasuna: Andrés Fernández; Bertrán, Sergio, Flaño, Raitala; Cejudo (Damià, m. 80), Puñal, Neko, Lamah (Lolo, m. 75); Raúl García y Lekic (Ibrahima, m. 48). No utilizados: Riesgo, Roversio, Timor y Nino.
Granada: Roberto; Nyom, Diakhaté, Mainz, Gómez; Abel (Jaime, m. 59), Fran Rico, Mikel Rico, Jara (Henrique, m. 74); Martins (Ighalo, m. 45) y Uche. No utilizados: José Juan, Cortés, Benítez y Moisés.
Goles: 1-0. M. 25. Nekounam. 2-0. M. 29. Lekic. 2-1. M. 30. Mikel Rico.
Árbitro: Estrada Fernández. Amonestó a Jara, Nekounam, Raúl García, Lolo, Henrique y Roberto. Expulsó con doble cartulina amarilla a Puñal (m. 73).
Reyno de Navarra, unos 18.000 espectadores.
Al Granada en cambio le domina un espíritu algo más sosegado. Un renglón sin arabescos, que cayó en un pasacalles más estrecho de lo que esperaba y en el que acabó desorientado. Primero, porque cuando mejor triangulaban los andaluces llegó un gol de Nekounam de cabeza a la salida de un córner, y cinco minutos después Nyom no acertaba a despejar el balón y Lekic lo remachaba a la red. Dos goles a la vuelta del primer callejón y los andaluces sin saber aun cómo habían llegado hasta allí.
Difuminado de repente, el Granada apostó entonces por la picardía individual para capear el temporal. Algo que sorprendió a los rojillos, saciados de repente con un botín desmesurado. Mikel Rico, con un delicioso disparo a la escuadra, contuvo el derrumbe a la vez que iluminaba la salida del túnel.
Ni siquiera con la expulsión de Puñal, pasado de revoluciones en un encuentro proclive al cortocircuito, el partido varió de contexto para el equipo de Abel, al que por atacar se le relajaron las piernas en defensa. Osasuna se refugió en sí mismo para superar a un equipo sin brújula.
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