El Madrid saca billete al patíbulo

Con la mente aún en Barcelona celebrando la Copa, el cuerpo remoloneando en Madrid y el alma en vilo, mirando a Siena, los de Laso superaron su primer match ball para alargar su andadura en la competición. Se apuntó el triunfo el conjunto madridista a costa de un Unicaja que, al principio, jugó con la soltura del que no tiene nada que perder y al final con la falta de tensión del que lo tiene todo perdido.

El duelo de hace poco más de un mes en Málaga, cuando Mirotic dio el triunfo a los de Laso sobre la bocina, deprimió a Unicaja. Con más holgura en esta ocasión, de nuevo el montenegrino se apuntó un papel destacado en el triunfo del Madrid con 18 puntos y 10 rebotes.

Llull inauguró la noche con un triple, pero los blancos, aún embelesados por su conquista copera, fallaron sus 10 siguientes lanzamientos a canasta mientras Unicaja hacía camino. Apenas habían transcurrido cinco minutos de partido cuando, con 3-14 en el marcador, Laso leyó la cartilla a los suyos. “Si alguno no quiere ponerse que me lo diga. No es admisible esa blandura atrás y adelante. Dejaos de tiritos”, clamó el técnico en su reprimenda. Solo así aterrizó el Madrid en el parquet, pero para entonces los de Chus Mateo, más desinhibidos que nunca, les habían puesto el partido cuesta arriba. Sin Freeland ni Garbajosa y condenados de antemano, los verdes se entregaron al desparpajo de Abrines, el tino de Rowland y el espíritu de Berni con la intención de darse un homenaje en Europa.

En su arranque optimista olvidaron, sin embargo, sujetar algunas de las mejores armas del rival. Primero se desató Carroll con ocho puntos casi consecutivos. Después, Mirotic acudió a la cita con tres triples de academia. Entre ambos espabilaron al Madrid y con un parcial de 14-4 sellaron la igualada justo antes del descanso (41-41).

Después del sofocón, los blancos hicieron propósito de enmienda y se esmeraron en la faena. Llull cogió la batuta, marcó el paso y allanó el camino. Unicaja aguantaba el pulso en el rebote, pero las pérdidas de balón —hasta 18— y los pobres porcentajes de tiro condenaron a los de Chus Mateo, que en el arranque del último cuarto dejaron escapar sus opciones por el sumidero. Los tapones de Begic, la muñeca de Carroll, el trabajo de Reyes y el martillo de Mirotic lanzaron al Madrid hasta los 12 puntos de diferencia (65-53, a siete minutos para el final) y forzaron la dimisión de Unicaja, que acabó por llevarse una tunda.

Después de una primera fase vertiginosa en la Euroliga, McCalebb primero y el efecto Miribilla después descabalgaron a los blancos con dos sopapos tan contundentes como inesperados. Dos tardes a contrapié que trastabillaron a los de Laso y les dejaron casi fuera del baile. Las coordenadas para reengancharse son de aúpa. La cita será en Siena dentro de una semana. La misión: vencer por más de 23 puntos para no depender del resultado del Bilbao en Málaga. Si salen vivos del patíbulo y cuadra la carambola, lo más probable es cruzarse con el CSKA en cuartos con el factor cancha en contra.