Mourinho ‘sigue’ en Stamford Bridge
El nombre del entrenador es coreado en el estadio del Chelsea, como el viernes en el del Inter
“José Mourinho, José Mourinho…” . Envuelto en su azulado y talismán guardapolvos , Villas-Boas soportó estoicamente como de las gradas de su propio estadio surgió el eco del cántico que más le podía repatear. Durante el duelo ante el Birmingham, de la Copa inlgesa (1-1), la afición visitante se regodeó y le golpeó anímicamente donde más le duele al recitar el nombre del entrenador con el que decidió partir peras para emprender su carrera en solitario. El mismo cántico se escuchó el viernes en Italia, cuando lo entonaron los tifosi del Inter para protestar contra Claudio Ranieri tras su batacazo en San Siro contra el Brescia (0-3). Hoy, la frase tronó en Stamford Bridge. En menos de 24 horas Mourinho puede coleccionar tres homenajes a su figura, si esta noche lo repite el Bernabéu, en tres estadios de tres países, tres culturas y tres clubes diferentes.
Con solo media hora de juego disputada, la hinchada blue no soportó el fútbol plomizo y romo de su equipo. Menos todavía la derrota momentánea que le infligía el modesto Birmingham en los octavos de final de la Copa inglesa. La sonora pita con la que los seguidores del Chelsea despidieron a su entrenador y a sus jugadores al descanso avivaron aún más la crisis. Ni siquiera la igualada final (con un tanto de Sturridge) que forzó el desempate en Saint Andrews satisfizo a los seguidores locales.
Mata falla un penalti ante el Birmingham y Torres es cambiado en el descanso
Villas-Boas vive sus días más duros en el Chelsea. En menos de siete días ha visto cómo el vestuario se le rebela, la rumorología sobre su destitución se dispara y su hinchada le alarga sobre sus oídos la sombra de Mou. Lo que se vio en el campo no fue más que el reflejo de ese sin dios que rodea al club. Se adelantó el Birmingham con un gol de Murphy tras un fallo en cadena de tres defensas en un lanzamiento de esquina. Al poco, Mata erró un penalti cometido sobre Ramires que suponía un premio excesivo al fútbol desplegado.
El problema del Chelsea es de juego, de un libreto tan inestable como los síntomas que muestran algunos tics del equipo. Cuando en un once abundan futbolistas que en la zona de creación dan hasta cuatro o cinco toques para asegurar un pase de 10 metros es que el agorratamiento es ya un mal muy extendido. El enésimo trivote que dispuso Villas-Boas -Ramires, Obi Mikel y Mireles- fracasó en su intento de jugar a algo. Y con ellos Fernando Torres, necesitado de fútbol por detrás que Mata, caído en banda izquierda, no le podía generar. Que el problema es futbolístico también lo demostró el impacto de los cambios. Drogba entró por Torres en el descanso y no pesó en el partido. En la angustia que le acosa ahora, Villas-Boas ya no mide las consecuencias anímicas de decisiones tan drásticas para sus estrellas. Tampoco aportó nada Kalou cuando reemplazó a Obi Mikel. Solo cuando Mata ocupó el centro de operaciones en los últimos 30 metros, el Chelsea tuvo algo de juego. Una apertura del asturiano a Ivanovic acabó en el cabezazo de Sturridge, que forzó el desempate, el próximo martes. Un respiro que puede ser efímero para Villas-Boas.
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