Vuela el Madrid, se encoge el Barça
El portentoso equipo de Mourinho aventaja en 10 puntos a un conjunto azulgrana muy contemplativo
Al Barcelona se le ha ido escurriendo la Liga poco a poco, de forma continuada, descontando puntos en cancha ajena (16 de 33) con la misma cadencia que el Madrid los sumaba en todas partes, los tres últimos anoche después de otra remontada en el Bernabéu, esta vez contra el Levante (4-2) con un Cristiano Ronaldo de altos vuelos. A veces el Barça ha penalizado por errores propios, hay días en que el rival ha jugado mejor y tampoco le han ayudado los árbitros ni las lesiones. El ritmo endiablado del líder no permitía concesiones y los números dejan en mal lugar a los azulgrana, que han perdido dos partidos y empatado seis, un registro sorprendente respecto a años anteriores. Incluso el capitán, Puyol, ha dejado de ser un talismán después de 57 partidos invicto.
Enfrente, el Madrid es un competidor voraz con una pegada demoledora, simbolizada mejor que nadie en Cristiano, que marca de todas las maneras y suma ya 27 dianas en el campeonato. A cambio, el Barcelona ha ganado los tres títulos ya jugados y también los partidos más comprometidos, como dos de los tres que le han enfrentado al Madrid ?el de la Liga en el Bernabéu y el de ida de la Supercopa?, circunstancia capital para evaluar la salud futbolística del plantel de Guardiola. La cuestión es que el Barça se ha convertido en un equipo selectivo. Mide sus esfuerzos y reparte sus recursos, lo que acostumbra a tener serias consecuencias en una competición tan regular como la Liga, el torneo por excelencia porque premia el trabajo diario frente a competiciones como la Copa o la Champions, más emocionantes y también caprichosas.
El Barcelona se ha regulado en exceso, de manera que cuando ha querido reaccionar ya no llegó a tiempo, entregado ahora al Madrid, un equipo de un millón de recursos. La historia asegura que cuando un conjunto administra más que gobierna pierde tensión competitiva y disminuye su atención y presión. Los azulgrana se distinguían por su capacidad para jugar en cancha contraria, protagonizar ataques cortos y robar la pelota. Apretaban mucho y bien. Eran especialmente intensos. Ahora, en cambio han pasado a ser más contemplativos por el desgaste acumulado, un factor más determinante que la profundidad de la plantilla, las alineaciones, los arbitrajes o cualquier excusa, en otro tiempo superada. Y el Madrid ha saltado sobre un obstáculo tras otro hasta contar ahora con 10 puntos de ventaja.
El nudo del conflicto en el Barça está en saber cómo combatir el cansancio, motivar al equipo en las jornadas valle, entusiasmar al entrenador, no solo para acabar bien el campeonato, con independencia de la trayectoria del Madrid, sino también para mantener las expectativas en la Copa y la Champions. La autocomplacencia está prohibida, de ahí el mal humor de Guardiola por la flojera en la Liga cuando acaba de doblar el calendario. El desgaste afecta al equipo y también al entrenador, que se siente culpable por no dar con la tecla, no anticiparse al problema y no atinar en el equipo inicial. Él está convencido de que tiene a los mejores futbolistas del mundo.
Los jugadores están también con Guardiola. El rendimiento del equipo, en cambio, es desigual, de ahí las dudas sobre cómo debe despabilarse. Ya no es solo una cuestión de títulos, sino también de proyecto y filosofía. Ahora mismo no se sabe la dimensión del percance, así que se desconoce si se imponen medidas conservadoras o traumáticas o conviene desdramatizar las cosas y dejar que sigan su curso natural. El diagnóstico no es fácil: la hinchada se hace demandas que la prensa no responde por complicidad con el equipo o el club y la directiva se mantiene a la expectativa, como si no supiera que del roce nace el cariño, entregados todos a Guardiola como si hoy fuera Gary Cooper.
Así las cosas, convendría llegar hasta Guardiola y constatar si le queda energía para medio año o para una temporada más, si piensa en el equipo o en la plantilla, si ha dado con una nueva fórmula para activar a Messi o entiende que La Pulga necesita estímulos como Neymar, si hay que ser tolerantes o drásticos, si está fatigado o le mueve la ilusión por la fuerza que transmite La Masia. La Champions y la final de la Copa no admiten, mientras tanto, las distracciones de una Liga que lidera cómodamente el Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.