Llamas en el cielo, fuego en la pista

El día es de fuego. Los 32 grados que asuelan la pista Rod Laver no tienen piedad de los tenistas. En los cambios de lado, Feliciano López se sienta sin camiseta en su banquillo. Al mismo tiempo, Rafael Nadal se coloca toallones rellenos de hielo encima de los hombros y la cabeza, derritiéndose en el infierno. Para López, hay otros fuegos: de resto en resto, su contrario se procura hasta 18 bolas de break. Con pelotazos de fuego, el mallorquín se clasifica 6-4, 6-4 y 6-2 para cuartos de final del Abierto de Australia por sexto año consecutivo. El reto de igualar su resultado de 2011 ya está cumplido. Es la hora de dar un paso hacia adelante: en frente, el checo Tomas Berdych, que venció 4-6, 7-6, 7-6 y 7-6 a Nicolás Almagro en un tremendo partido.

Así termina el enfrentamiento. El murciano se marcha ovacionado. El checo, abucheado por el público por no querer darle la mano. "Cuando alguien te quiere dar un pelotazo en la cara, no es bonito", se defiende el vencedor, al que el número diez golpeó al responder a una dejada que le dejó a un paso de ganar la cuarta manga (5-5 y 0-40). Almagro se disculpó inmediatamente. Frente a sus palabras, Berdych solo le enseñó la espalda.

Así comienza el duelo. El murciano mira al cielo, siente el beso de las llamas en el rostro, y se sonríe. Negro como un tizón, piensa en cómo sufrirá el checo, de pesadísima armadura. Y Berdych sufre. No le importa tanto la temperatura, que enseguida llena de sudores su rostro. No le afectan tanto los rayos del sol, que en seguida le ciegan en el saque. Lo que de verdad le afecta son Almagro y sus virulentos pelotazos. El número diez mundial, que aún no tiene un nombre hecho sobre cemento, gana el primer set y empieza a ver cómo la cosa cambia en el segundo.

Un juez de línea le señala falta de pie en un segundo saque. Es doble falta y punto de set para Berdych. Lo descuenta Almagro sin una protesta. No podrá contenerse mucho tiempo. En cada punto importante, el número diez mundial se encontró con una corrección del juez de silla o del línea. "¡Increíble! ¡Increíble!", se gritaba desesperado, rojo de ira y con gritos de caverna. Tres tie-breaks mal jugados ante el número siete del mundo y los dolores en el cuello le apartaron de los cuartos. El murciano compitió sin la agresividad que le había distinguido el resto del encuentro en las tres muertes súbitas. Su 2012, sin embargo, promete.

En Australia ya no quedan partidos sin chicha. En otro pulso atractivo, el suizo Roger Federer se deshizo del local Bernard Tomic, una de las grandes promesas del circuito. El suizo, cuatro veces ganador del cetro australiano, se mostró una vez más implacable. Sin apenas fisuras en su juego, selló un 6-4, 6-2 y 6-2 que liquidó a su rival y le permitirá medirse en la siguiente ronda al argentino Juan Martín del Potro, que derribó la pasada madrugada al alemán Philipp Kohlschreiber (6-4, 6-2 y 6-1).

El lunes, con todos los focos encendidos, el serbio Novak Djokovic busca los cuartos contra Lleyton Hewitt, el héroe de la grada. Ese día, el británico Andy Murray compite contra el kazajo Kukushkin. Ya solo vale jugar con todo. Como dijo Nadal: "Estoy haciendo las cosas bien, con la jugada adecuada en el momento correcto. Ahora, en cuartos, es el momento de dar un poco más".