El Atlético encuentra su identidad
El ejército de Simeone da un ejemplo de orden, estrategia y puntería ante una Real hueca
El Atlético es un equipo con problemas filosóficos. Lleva años debatiéndose entre el ser y el estar. Ser, se siente grande; cuando hay que estar, se nota más pequeño. Y en ese debate se mete en líos innecesarios. Ayer cerró el libro en Anoeta y apeló a la naturalidad. Dejó de pensar en lo que sueña que debe ser y prefirió parecerse a lo que cree que es. Quizás ese es el principal argumento del Cholo Simeone, su primer éxito, su primera batalla ganada. Más que estrategia es anímica: convertir un presunto servicio de inteligencia en un ejército operativo.
Así es y así pareció el equipo rojiblanco en Anoeta, un conjunto organizado en la defensa, con Godin de mariscal, inaguantable en el medio campo por su persistencia, por su insistencia, por su abrumadora existencia, y letal en el ataque con dos tipos tan parecidos en las muecas como distintos en el porte. Uno, Falcao, sueña y vive por el gol; otro, Adrián, serio como él solo, piensa en fabricarlo. Y marcaron los dos. El primero, de penalti, por unas manos más estruendosas que voluntarias, a los tres minutos del comienzo; el segundo, a los dos minutos de la reanudación, tras un rechace y por mor de su olfato depredador. Son dos futbolistas distintos en busca de la misma madriguera, la portería. Son como las dos almas del Atlético: una la colombiana, eléctrica; otra, la española, introspectiva. Uno juega con la cabeza por delante; el otro, con la cabeza alta. Perfecta combinación.
REAL SOCIEDAD, 0 - ATLÉTICO, 4
Real Sociedad: Bravo; Estrada (Ifrán, m. 74), Demidov, Mikel, Cadamuro (Xabi Prieto, m. 59); Elustondo, Aranburu; Carlos Vela, Zurutuza, Griezmann; y Agirretxe (Llorente, m. 79). No utilizados: Zubikarai; Carlos Martínez, Markel e Íñigo Martínez.
Atlético: Courtois, Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Mario Suárez (Assunção, m. 69), Gabi; Arda (Domínguez, m. 86), Adrián, Diego (Koke, m. 81); y Falcao. No utilizados: Asenjo; Salvio, Pizzi y Perea.
Goles: 0-1. M. 3. Falcao, de penalti. 0-2. M. 47. Adrián. 0-3. M. 83. Falcao. 0-4. M. 91. Falcao.
Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Demidov, Aranburu, Zubikarai, Miranda, Mario Suárez, Filipe Luis, Juanfran, Diego y Mikel.
Unos 24.000 espectadores en Anoeta.
Y la Real se quedó noqueada con el tempranero gol de penalti de su rival. Interiorizó una injusticia en vez de un problema y no se lo quitó de encima en todo el partido. Cuando un equipo decide que su adversario es el árbitro y no el que viste distinta camiseta, encuentra demasiados problemas. Tantos como los que encontró la Real para hilvanar, muy poco; para desequilibrar, casi nada, y para rematar, casi nunca. Era una Real acobardada, demasiado sorprendida, solo guiada por las habilidades de Carlos Vela, pero ofuscada por la impotencia de Elustondo y Aranburu para gobernar el cuarto de máquinas. Las abejas rojiblancas se antojaban demasiado picajosas para el manoteo realista. Tan molestas que la Real bajó los brazos. Los cambios no eran sino conmiseraciones para evitar más sarpullido a los que llevaban más tiempo. Xabi Prieto, Ifrán o Llorente son tipos con nombre y posibilidades, pero ayer llegaban a destiempo ante un ejército bien vestido, bien armado, bien organizado y que creía desde el principio que podía llevarse al menos esta batalla, la primera victoria a domicilio en la Liga desde mayo de 2011.
La labró con un arado moderno. Pisando fuerte cuando había que disputar el balón. Ahí andaban Mario, Ardan, incluso Falcao. Y acariciando cuando había que saludar al balón. Ahí andaban Gabi, Adrián o Juanfran.
Nunca estuvo la Real en el asunto. Nunca supo siquiera dónde estuvo, Nunca supo qué hacer. Y se encontró con otro gol de Falcao, sutil, por encima del portero. Y otro más del colombiano, en el tiempo de descuento, con hambre, a pase de Koke. Y no hizo más porque se le fue el tiempo. Y la Real se quedó pensando a qué jugó, a qué salió, con qué lo hizo y por qué no lo hizo. El Atlético ya sabe lo que es, no lo que sueña ser. La Real está en blanco.
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