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El Madrid tira de fe

El atrevimiento de Mourinho y el empeño del equipo permiten al líder remontar un duro partido en Mallorca

Apurado por la necesidad, el Madrid remontó un duelo trascendente en Palma cuando se encomendó al talento de sus jugadores en detrimento de cualquier atadura de pizarra. Tras un primer acto entre tinieblas, claramente superado por un Mallorca firme y de cuerpo entero, el equipo de Mourinho encontró remedio cuando se quitó las esposas y con mejor actitud general se hizo con un partido que le llevó al límite, que le puso a prueba hasta el final. De la mutación mucho tuvo que ver no solo el atrevimiento del técnico portugués sino el coraje de Higuaín, el retrato del Madrid en su periodo triunfal, cuando tuvo otro ánimo.

Otro deficiente primer tiempo puso al Madrid al borde del precipicio. Como ya le ocurriera con el Málaga en la ida de la Copa, el líder llegó tarde al partido sembrado de minas que le había preparado el Mallorca. Uno de esos encuentros que suponen un engorro para los grandes, ante adversarios de alto voltaje, intensos y con colmillo, frente a jugadores que exponen el alma en cada jugada. Una seña de identidad en los conjuntos de Joaquín Caparrós, que no suelen ser equipos afeitados.

MALLORCA, 1; R. MADRID, 2.

Mallorca: Aouate; Cendrós, Ramis, Chico, Cáceres; João Víctor, Tissone; Pereira, Chori Castro, Víctor Casadesus (Martí, 83); y Hemed (Ogunjimi, m. 72). No utilizados: Calatayud; Zuiverloon, Bigas, Nunes y Nsue.

Real Madrid: Casillas; Arbeloa (Kaká, m. 58), Sergio Ramos, Pepe, Marcelo (Coentrão, m. 58); Lass (Higuaín, m. 46), Xabi Alonso; Callejón, Özil, Cristiano; y Benzema. No utilizados: Adán; Albiol, Varane y Granero.

Goles:1-0. M. 38. Hemed. 1-1. M. 71. Higuaín. 1-2. M. 84. Callejón.

Árbitro: Pérez Montero. Amonestó a Tissone, Cendrós, Castro, Coentrão, Ogunjimi, y a Mourinho. Expulsó a Caparrós (m. 89) por protestar.

20.000 espectadores en el Iberostar Estadi. Los jugadores del Madrid llevaron brazaletes negros por la muerte de Miljan Miljanic.

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No hubo madridista que tuviera un respiro. Cada disputa era agónica. Con el grupo local bajo techo, ordenados todos los chicos en su propia guarida, como centinelas romanos, el Madrid estuvo cegato, incapaz de encontrar una rendija. Empecinado en tejer el juego por el centro, el equipo madrileño se enredó en su propio embudo. Cuando no tienen paisaje para soltar riendas, a los futbolistas del Madrid les cuesta un mundo descubrir espacios, crearlos. Les gusta exigir la pelota al pie, como estalactitas, y la mayoría de las veces de espaldas, con un contrario en la cintura.

Cristiano fue la foto del Madrid. El extraordinario portugués ejemplificó lo que pretendía el Mallorca. Nadie le concedió una baldosa y se le vio más irritado de lo habitual, tan desquiciado por sus errores como por el acoso de su marcador, Cendrós, que aguantó sin tarjeta casi una hora. Tampoco tuvo hilo Özil, ni Alonso, sometidos por Tissone y João Víctor, dos futbolistas abnegados, con una encomiable dedicación al tajo. Enclaustrado por dentro, nadie remó por fuera, donde Arbeloa pesa poco en ataque y Marcelo estuvo dimitido. Fuera de onda el Madrid, el Mallorca, bien tapado, ganó todos los choques y de cada rebote favorable armó una contra, casi todas amenazantes para Casillas y para su desvertebrada zaga. No fueron pocas las ocasiones en las que Arbeloa y Marcelo compartieron jugada de ataque al mismo tiempo, mientras Sergio Ramos, visto el repliegue balear, se añadía al medio centro. No siempre supieron darse la vuelta ante los acelerones de Víctor, Hemed y el Chori.

Sin embargo, no fue un contragolpe, sino un descuido parvulario el que condenó al Madrid. Chori Castro lanzó un córner en corto con Cendrós, sin que ningún rival les prestara atención. El centro de Castro lo cabeceó de maravilla el israelí Hemed. Ningún predicamento había tenido hasta entonces el Madrid, que, en el primer tiempo, solo destempló a Aouate con un cabezazo de Sergio Ramos al poste a unos segundos del descanso.

En el intervalo, como el día del Málaga, es probable que Mourinho también tuviera la tentación de cambiar a los once. Aquel día hizo tres relevos, anoche solo el de Higuaín por Lass. No tardó en deforestar los laterales al retirar a Arbeloa y Marcelo en beneficio de Coentrão y Kaká. El Madrid, a tumba abierta, sin otro diseño táctico que apuntar al Mallorca con todos los cañones, con Pepe y Ramos como solitarios defensas. Es curioso, pero con menos manta el Madrid, el conjunto de Caparrós no fue tan elástico, se contuvo más a la contra.

Sin corsé, el Madrid, apremiado por la situación, se entregó a todos sus solistas. El plan b dio sus frutos en el primer pase de Özil propio de Özil. El servicio se lo marcó Higuaín, que llegó al área en diagonal, escoltado por Tissone y con Aouate a su paso. La resolución no era sencilla, ni mucho menos, pero el argentino tiene la portería en sus entrañas. Del gol del Pipa surgió el mejor Madrid, ya más aliviado. Con todas las baterías, el equipo de Mourinho cambió de forma radical el curso del partido. Se fundió el Mallorca y su adversario le tuvo acogotado hasta el final. Cristiano dio un latigazo al larguero desde una distancia kilométrica y el árbitro invalidó un gol de Ramos por un presunto fuera de juego. Si lo estaba sería por una uña, no más. Cuesta abajo, el Madrid tenía preso al Mallorca. Hasta que de nuevo irrumpió Higuaín, para el que nunca hubo barreras, bien que lo ha demostrado en Chamartín, donde tantas veces ha estado bajo sospecha. Con su fe, El Pipa peleó en el área de Aouate por un balón imposible. Nada lo es para él, que ganó la posesión y tras una parada del israelí, apareció Callejón, de nuevo convertido en un goleador puntual. Ayer, en algo más que un goleador: en el Houdini capaz de que el líder de la Liga siga en cabeza con la misma ventaja. Un respiro para esa Copa que se avecina.

REUTERS
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