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El Barça desafía al fútbol

La poética victoria ante el Santos (4-0) en el Mundial de Clubes subraya que la idea contracultural que los azulgrana tienen del juego trasciende incluso de los numerosos títulos conseguidos

Hay equipos que se consagran solo por sus títulos y su rastro se pierde con los tiempos. Otros trascienden a su palmarés y quedan para siempre en la retina por su sello contracultural. Solo una minoría sería capaz de recordar de memoria el historial del gran Ajax de los setenta, pero ningún aficionado desconoce su mayúscula influencia en la historia del fútbol. La posteridad del Ajax, el Honved de Puskas, la Máquina de River, el Madrid de Di Stéfano, el Liverpool de Bill Shankly, el Milan de Arrigo Sacchi o la Quinta del Buitre, entre otras grandes leyendas, no se debe en exclusiva a su cosecha de éxitos. Todos desafiaron al fútbol.

El Barça es el último revolucionario y uno de los más extremistas. Del Ajax del fútbol total al Barça sin delanteros, tres defensas y un pelotón de centrocampistas con talla para el hipódromo, no para este deporte. Eso dirían los puristas, los que desconfiaban de la fragilidad de Butragueño o Raúl, consumidos por la idea antediluviana de que el fútbol es cosa de hombres. Frente al fútbol de los machotes, el de los dobles y triples pivotes, el de los centrales como vigas de hormigón, los carrileros de ida y vuelta hacia ninguna parte o los arietes de dos pisos, Pep Guardiola se ha empeñado en envidar contra la física de este juego. Se podría decir que viendo a este Barça evolucionado hasta el centrocampismo total -Messi incluido- el entrenador catalán ha importado el futbito al fútbol. El Barça se mueve de baldosa en baldosa, como en un tablero de ajedrez y siempre con blancas. El juego corto con la mirada larga, hacia adelante y hacia atrás. El equipo ataca y defiende desde el medio. Si amenaza Neymar por el retrovisor se le anula con un marcaje a la pelota: sin balón no hay Neymar o Pelé que valga. El ataque es coral, como un acordeón. Se inicia sin nadie en el área adversaria, unos cuantos tocan y tocan con aire rutinario al tiempo que otros ocupan los espacios. De repente, donde no había nadie flotan de puntillas chicos de cristal entre una manada de bisontes defensivos. Hasta el punto de que su presunto lateral derecho (Alves) puede ser quien más remate, su faro quien golee (Xavi) y su único delantero postizo quien mejor asista (Messi) o quien mejor haga lo que le dé la gana. Hay mucho camuflado en este Barça de mentiras que es capaz de convertir cada gran reto en un arte de lo imprevisto. Compite como nadie contra sí mismo. Guardiola se anticipa a la descodificación de sus contrarios y su constante aperturismo táctico supone un incentivo para sus jugadores, que ya suman 13 de los 16 títulos disputados con el de Santpedor.

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Esa es la epopeya del Barça: su quijotesca idea del fútbol cautiva aún más que sus trofeos. Ese es su destino de oro en la historia.

Messi, en el primer gol del partido.
Messi, en el primer gol del partido.KOJI SASAHARA (AP)

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