El Sevilla se merienda al Getafe

Hubo dos partidos. En uno, el colegiado Iglesias Villanueva se tragó una mano clara dentro del área de Spahic; otra mano del meta Moyà, ahora fuera del área, y un terrible codazo de Miku a Spahic, en este caso en el área del Getafe. Mal día para el árbitro. En el otro, el Sevilla, mucho más fuerte, despachó al Getafe gracias a tres chispazos exponiendo lo mínimo, viviendo de su seguridad defensiva y sin complejos para merendarse a su rival al contragolpe, en especial en la segunda mitad, en la que el conjunto madrileño se descompuso ante el ímpetu andaluz.

Del Sevilla eléctrico de antaño apenas queda alguna que otra pincelada de Navas y del actual, más allá de su orden, sobresale un regate de Rakitic o alguna arrancada de Manu del Moral. Marcelino forja su proyecto mirando más hacia atrás que hacia adelante, intentando labrar el futuro a base de victorias y después de haber renunciado a su máxima de jugar con dos delanteros. Crecer con triunfos es su ley. Ya habrá tiempo, es de esperar, para que el equipo ofrezca algo más a su parroquia, siempre ávida de buen fútbol. Sí hay que reconocerle, no obstante, un aluvión de ocasiones en el segundo tiempo que pudieron redondear el resultado en una auténtica goleada. La justicia de su victoria nunca pudo ponerse en duda. Tres puntos que le consolidan además en la zona alta y con la guinda del golazo de Kanouté, siempre presente.

Al Getafe, de buena organización y algún toque de clase en Diego Castro, le faltan hechuras de grande y desparpajo para sorprender en un estadio como el Sánchez Pizjuán. Sus jugadores apenas ofrecieron resistencia y se entregaron demasiado rápidamente a pesar de que su puesta en escena no desentonó. Miku fue incapaz de marcar a Fazio en el minuto 32 y el argentino conectó un estupendo remate de cabeza.

Fue el único aldabonazo de un primer tiempo plano, jugado a ritmo de veteranos y en el que la aglomeración de futbolistas en el centro del campo propició un atasco monumental. La estrategia salvó al Sevilla, que, sin embargo, mejoró mucho en la segunda mitad. Ayudó el gol de Manu del Moral a su exequipo, lo que abrió el campo para las carreras de Navas y el propio Manu del Moral. El Getafe, blando e inocente, nunca se enteró de la película, presa demasiado fácil de un Sevilla más práctico que bonito, pero competitivo.