La risa nerviosa de Marcelo
El brasileño ve con inquietud la competencia de Coentrão en el lateral izquierdo del Madrid
El Madrid es pionero en todos los órdenes del fútbol. Este verano, cuando fichó a Fabio Coentrão, se convirtió en el primer club en la historia que paga 30 millones de euros por un jugador que ahora es suplente. Con una particularidad añadida: la posición natural de Coentrão es la de lateral zurdo. Y uno de los mejores laterales izquierdos del mundo juega en el Madrid y se llama Marcelo Vieira. Así lo dice el propio José Mourinho, el entrenador, que con los laterales zurdos afronta uno de sus dilemas de gestión más complejos.
El sábado, dos meses después del arranque del campeonato, Marcelo asistió desde el banquillo de Anoeta al primer gran partido de Coentrão como madridista. Pegado a la raya izquierda, el portugués ejerció de lateral avanzado, aprovechando el repliegue de la Real Sociedad. Se pasó el partido ensanchando el campo, esperando que le pasaran la pelota para superar a la defensa rival por fuera, obligando a Carlos Martínez y a sus compañeros a estirar la línea peligrosamente. En el minuto nueve, sin que nadie lo molestase, recortó hacia adentro, se acomodó, y metió un pase interior al área que Higuaín cazó con un demarque repentino. Valió el gol de la victoria del Madrid (0-1). En las pocas ocasiones en que la Real tuvo la pelota, la tendencia de sus lanzadores, Íñigo Martínez y Bergara, fue explorar el campo a la espalda de Coentrão con pases largos a Estrada o Griezmann. Casi nunca consiguieron sorprenderle. Coentrão hizo 12 despejes y recuperó 10 balones.
Los futbolistas son recelosos por naturaleza. También Marcelo. El jugador más bromista de la plantilla del Madrid, un tipo capaz de pasarse horas riendo y haciendo reír a los demás, esconde tras sus series interminables de chistes con mímica un carácter susceptible. Marcelo nunca ha dejado de sospechar que Fabio Coentrão compite por sentarle en el banquillo con el apoyo del entrenador, José Mourinho. De otro modo, tanto a él como a sus compañeros se les hace difícil comprender que el club pague 30 millones de euros por un ahora suplente que tiene su misma edad: 23 años.
Los habitantes del banquillo del Madrid que han coincidido con Marcelo saben que es capaz de sacar de quicio a cualquiera. "Es un poco cargante", dice un compañero. El 17 de agosto, cuando se vio sentado en el Camp Nou, suplente de Coentrão, que entonces fue titular en el lateral, Marcelo se dejó llevar. Sus colegas recuerdan que su mezcla sarcástica de bromas disimuló mal su sentimiento de humillación. Había dado todo por Mourinho, incluso había postergado a la selección de Brasil, y el técnico le dejaba fuera en el clásico decisivo de la Supercopa. Sonreía pero se sentía marginado por alguien en quien había creído ciegamente.
Mourinho repitió a la agencia Lusa, días después, algo que venía diciendo desde hacía tiempo: "Marcelo es probablemente el mejor lateral izquierdo del mundo, sobre todo en ataque. Coentrão es útil porque puede ocupar distintas posiciones".
En Anoeta, Marcelo fue suplente de Coentrão por segunda vez. Se comportó con el nerviosismo que le caracteriza cuando le dejan sin jugar. Se pasó el partido haciendo chistes, tocándole el culo a los compañeros, captando la atención de todo el banquillo, y, a juzgar por la conclusión, irritando a Mourinho. En la segunda parte el técnico se levantó, se dirigió adonde estaba y lo mandó a calentar con expresión de fastidio.
A Marcelo no le resulta sencillo sentirse amenazado por el avance de Coentrão, un jugador al que todos en la plantilla consideran inferior en calidad técnica. El portugués es capaz de vigilar a los atacantes con más rigor y esto le proporciona una ventaja en las anticipaciones. En todo lo demás, Marcelo lo supera. Atendiendo sus estadísticas por partido como laterales, Marcelo lo duplica en tiros (uno a puerta por partido), asistencias (una) y centros al área (dos), y lo triplica en regates (cuatro) y faltas provocadas (dos). Marcelo da más de 60 pases por partido porque se implica en las jugadas con la naturalidad de un media punta. Coentrão ronda los 45 pases como lateral por partido porque juega más con su colocación, con los demarques al espacio, y con la abnegación de quien comprende el valor del trabajo antes que los placeres del juego.
Es lógico que, cotejadas ambas fichas, un técnico cauteloso como Mourinho se sienta tentado a apostar por Coentrão para el próximo clásico. Marcelo no para de reír. Pero le duele la sospecha.
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