El estirón de Míchel
El mediapunta del Hércules, al que el Valencia descartó cuando era un cadete por su pequeña estatura, es el protagonista del excelente arranque del líder
El Hércules es el líder indiscutible de la Segunda División tras haber firmado su mejor arranque histórico en la categoría: 25 puntos de 30 posibles y ocho victorias, las cinco últimas consecutivas. Hoy, intentará (16.00. Marca TV) prolongar su racha positiva ante el Córdoba, otro equipo que se ha instalado en la zona alta de la tabla. Uno de los protagonistas del excelente inicio del conjunto de Juan Carlos Mandiá es Miguel Ángel Herrero, Míchel, (Valencia; 1988); mediapunta cedido por el Valencia que ha disputado todos los partidos ligueros hasta la fecha, máximo goleador del equipo con tres tantos y también asistente (2).
En el único duelo en el que Míchel no fue titular, el del pasado martes ante el Villarreal B, resultó, sin embargo, el revulsivo adecuado. Salió al campo junto a Urko Vera y de su pie llegó la pelota que el delantero convirtió en gol, ya en el descuento. En poco más de dos meses, Míchel ha superado los registros de la pasada temporada, cuando cedido, esa vez en el Deportivo en Primera, solo coleccionó ocho encuentros. Pero para el medio ofensivo no hay otra camiseta como la del Valencia, el equipo de su vida, con el que ha conocido, sin embargo, tantos amores como desencantos.
Míchel empezó de niño en Paterna, pero en un momento de su adolescencia el idilio se cortó bruscamente. "Cuando tenía que pasar a cadete, a los 14 años, decidieron prescindir de mí porque no crecía lo suficiente, era bajito, pequeño", recuerda; "así que me fui a jugar al Burjassot". Estuvo cuatro años allí, hasta que en el Valencia se retractaron de su idea inicial, hasta que le reclamaron para el filial en 2007. Con 20 años, en la temporada 2008-2009 y bajo las órdenes de Emery, ya había coleccionado 13 partidos con el primer equipo en la Liga y había marcado un gol en la Copa, ante el Portugalete, de Segunda B. Ya había dado el estirón, en lo deportivo y en lo físico, con sus 181 centímetros de estatura actuales. "Después de ese año, la idea era buscar un equipo donde crecer y madurar futbolísticamente. Pero Emery me dijo de quedarme, que contaba conmigo. Lamentablemente, no fue así. Solo me utilizaba en la Copa", relata Míchel, que a finales de esa temporada, en verano de 2010, se fue cedido al Deportivo. "El inicio del curso fue muy bueno, pero después de la tercera jornada, muy a mi pesar, los doctores vieron necesario operarme por unos problemas que tenía en la rodilla", recuerda. Volvió a incorporarse a los entrenamientos en febrero, pero ya no entraba en los planes de Lotina, y vio a su equipo descender desde el banquillo.
Tras un año prácticamente inactivo, Mandiá y sus colaboradores decidieron, no obstante, apostar por él. "Venía de una situación no muy buena, pero encajaba con el perfil que buscábamos, es decir un jugador versátil y capaz de jugar en diferentes posiciones"; comenta el técnico del Hércules; "puede jugar por banda, como mediapunta, de mediocentro e incluso de delantero". Responde Míchel: "Desde pequeño me han inculcado la idea que más polivalente eres, más te necesitarán. Aunque lo que más me gusta es jugar detrás de un delantero". Aunque Samuel, uno de los capitanes del conjunto alicantino, lo ve mejor de enganche: "Es muy bueno en el uno contra uno y sabe moverse entre líneas". Y añade: "Es el bromista del grupo, está allí cada momento con bromas, chistes, dispensando alegría". Algo que remata Mandiá: "En nuestro vestuario, ha encajado fantásticamente, es un chico alegre, abierto, que contribuye al bienestar del grupo". Y, de paso, juega, marca y reparte goles. Hasta ahora, un grande en la categoría.
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