Cosquilleo en la Vuelta por su retorno al País Vasco

Hay un cosquilleo en la Vuelta que se incrementa a medida que se acerca a la dos etapas del País Vasco (viernes en Bilbao y sábado en Vitoria). Cuando la organización decidió aceptar el retorno de la carrera tras 33 años de ausencia, tuvo claro que ambas etapas deberían disputarse al final del recorrido. No creían que sucediera nada, ni siquiera mínimamente parecido a lo sucedido en aquel mayo de 1978, cuando hubo que cortar la carrera tras un boicoteo que impidió la continuidad de la competición. Si algo ocurría, que fuera al final, preservando la salud de la prueba el mayor tiempo posible. Ahora, el convencimiento de que el retorno será festivo y no problemático ha hecho que hoy se anunciara oficialmente que la próxima edición saldrá de Pamplona, algo que inicialmente se quería aplazar hasta comprobar el resultado de su paso por el País Vasco. Las concentraciones, hasta ahora minoritarias de ESAIT, la plataforma que lucha por el reconocimiento de las selecciones vascas, y el anuncio por parte de Bildu y Aralar de que no boicotearán la carrera, prevén una jornada en la que resulte más interesante comprobar la pugna segundo a segundo entre Cobo y Froome, por el triunfo final, que el nivel de incidencias.

Así, el 9 de setiembre se convertirá en una fecha más a añadir en el historial de la Vuelta en Bilbao y en el País Vasco. Fecha que se une a la del 13 de mayo, de 1955, cuando la carrera acabó en el estadio de San Mamés, (que unía dos deportes en un mismo santuario) con triunfo de etapa para Rudy Altig, ya organizada por los hermanos Bergareche que la rescataron de un estado un tanto enfermizo. O la del 12 de mayo de 1978, cuando Enrique Cima se convirtió, sin preverlo, en el último ciclista que ganó en la capital vizcaína. O la del 14 del mismo mes, cuando el boicot obligo a neutralizar 75 kilómetros del primer sector y a suspender la contrarreloj final en San Sebastián.

Multitud de fechas históricas que mañana añade una más, la que destronara a Cima de ese podio imaginario que ha durado 33 años y la que se espera que resarza definitivamente las heridas de 1978 que alejaron al ciclismo de su principal cuna en España.