Futbolista por herencia
Alfaro, jugador del Mallorca, se entregó al Sevilla y al balón por la pasión de su padre, ya fallecido
Para Alejandro Alfaro (La Palma del Condado, Huelva; 1986) el fútbol es una cosa natural, una cuestión de familia. La culpa fue de su padre, Juan José, que durante años presidió el equipo de La Palma del Condado, actualmente en la Primera División Andaluza. Le llevó al Sánchez Pizjuán, el estadio del club de sus amores, y años después el vástago cumplió el sueño paterno de jugar allí. Por su dedicación, Juan José fue nombrado presidente de honor de La Palma del Condado tras su fallecimiento y Alejandro, que esta temporada ha fichado por el Mallorca, encuentra en el fútbol un nexo de unión con su padre. "Siempre que juego me acuerdo de él y sé que me está mirando. Todo lo que hago en el campo lleva su sello", explica el media punta.
La influencia familiar hizo que el fútbol casi no fuera ni una decisión para Alfaro. "No hubo un momento en que me planteara dedicarme a ello profesionalmente. Para mí era algo normal, porque antes había visto a mi hermano Juan [que el año pasado militó en el San Roque, de la Segunda B] irse con 12 años a probar suerte en el Barcelona", explica. Así fue creciendo como futbolista y aterrizó en el Sevilla Atlético, con la mira puesta en el primer equipo, que ya llevaba en la sangre y con el que llegó a debutar en 2007 en la Liga y la UEFA. Pero la falta de minutos le hizo firmar por el Tenerife. Su primer año en la isla (2008-2009) fue también su mejor temporada como profesional. "Fue un año bonito, con el logro del ascenso. Tuve continuidad y jugué todos los partidos. Los 42 de la Liga, donde marqué 20 goles, y otros dos en la Copa. En total, 44 partidos y 22 goles", recuerda. Cifras muy abultadas para un media punta y que llevaron a algunos de los seguidores tinerfeños a incorporarle el Magno a su nombre de pila. "Siempre ha sido muy habilidoso, tiene un buen uno contra uno y un gran toque de balón. Además de juego por arriba. Es un jugador perfectamente válido para Primera", recuerda uno de sus compañeros de entonces, el defensa Marc Bertrán.
En la máxima categoría española sus cifras realizadoras se resintieron (siete dianas) y sufrió el descenso con el Tenerife. Entonces, el Sevilla decidió repescarle para el curso pasado, pero Gregorio Manzano apenas contó con él. "Lo peor es cuando el grupo no gana. Si el equipo vence, pues bueno. Pero cuando pierde o cuando juegas y lo haces bien... y marcas... y al día siguiente eres otra vez suplente... Eso jode bastante más", explica con amargura Alfaro, que reconoce que la competencia era "durísima" por el puesto en una delantera con nombres como Negredo y Kanouté. "No ha sido duro salir del Sevilla porque tenía claro que mi ciclo allí había terminado, aunque siempre le llevaré en mi corazón", explica Alfaro con la perspectiva que dan los años, "de pequeño ves el fútbol como un sueño, poder jugar alguna vez en Primera, jugar en tal o cual estadio. Ahora, lo ves más como una profesión". El Mallorca será su oportunidad para reivindicarse laboralmente, para lo que cuenta con su especial relación con la portería, según Bertrán: "Actualmente, la clave en el fútbol es la capacidad para definir. Para un delantero, y más si es como Alfaro, que juega de media punta o en las dos bandas, el mejor piropo que te pueden decir es que tienes gol. Y él lo tiene".
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