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Hechos al cemento

Además de Nadal, otros españoles presumen de grandes resultados sobre las pistas de Nueva York

Los tenistas españoles, que antes viajaban a Nueva York con la mirada y la cabeza gacha, compiten ahora tan bien como cualquiera, hasta el punto de que el cemento ya no es territorio prohibido. El momento, además, es bueno para el tenis español, que en la semana previa al torneo sumaba tres tenistas entre los 10 mejores y cinco entre los 25 más cualificados del planeta. Más allá de Nadal, en los últimos años los españoles han sido legión en octavos y se han dejado ver por los cuartos.

David Ferrer. Por mucho que se le quiera caracterizar como especialista en tierra, el alicantino ha logrado sus mejores resultados en torneos grandes sobre cemento. En Nueva York, allá por 2007, alcanzó las semifinales, y solo una remontada épica de Fernando Verdasco le privó de los cuartos en 2010. Una lesión en una mano le ha hecho presentarse en el último torneo del Grand Slam sin la preparación idónea. De un tenista de su carácter, sin embargo, se puede esperar mucho. Instalado en el número cinco por primera vez desde 2008, una cosa es segura: Ferrer podrá perder, pero porque le ganen y no porque él entregue el partido. Parece una obviedad, pero ya querrían para sí esos valores otros tenistas de la élite.

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Nicolás Almagro. El jugador murciano, que sería una estrella en cualquier otro país, por su condición de top-10, y que no pasa de conocido para los aficionados en España, vivirá en La Gran Manzana cosido a su portentoso segundo saque y a su derecha. Esas dos armas decidirán hasta dónde llega en un torneo que no es el más propicio para sus características, afirmación que admite un matiz: aunque aún le falta algo de movilidad, asignatura en la que ha mejorado desde que le entrena José Perlas, le sobra tenis.

Fernando Verdasco. El español, cuartofinalista en 2010, acostumbra a moverse con soltura por Nueva York, donde los focos iluminan el paso de los jugadores como si fueran grandes estrellas. Su temporada no le cualifica para un gran resultado, pero sus golpes siempre serán la mejor maza para derribar cualquier puerta. El madrileño se ha pasado el curso lastrado por su exceso de músculo, tan trabajado en el gimnasio que ha perdido movilidad sobre la pista. Con menos peso desde el verano, su desconchada confianza marcará muchos de sus límites, porque juego hay y fuerza le sobra.

Feliciano López. El toledano, ya instalado en la treintena, afronta cada torneo sabiendo que las oportunidades son ya menos de las que fueron. En 2010, tuvo un recorrido notable al que puso fin Rafael Nadal, finalmente el campeón del torneo. Feliciano es un tenista incómodo para los contrarios: con ese saque, ese revés cortado y esa querencia por la red impide que entren en ritmo y hace de los partidos una montaña rusa. Mucho de su destino camina atado a su motivación: así lo demuestran sus cuartos de final de Wimbledon, sus brillantes victorias este año en la Davis y otros resultados negativos en escenarios sin tanta alcurnia. Es el número 25. Tiene a un paso lograr la mejor clasificación de su carrera (número 20). Una espuela en su ánimo.

David Ferrer ejecuta un saque en el torneo de Cincinnati.
David Ferrer ejecuta un saque en el torneo de Cincinnati.JOHN SOMMERS (REUTERS)

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