El Manchester City francés

En medio de un mercado deprimido, en el que los clubes cuentan hasta el último céntimo a la hora de fichar, el último movimiento del París Saint Germain ha causado estupor: pagará 43 millones al Palermo por el prometedor media punta argentino Javier Pastore. Es el mayor traspaso de la historia del fútbol francés y hay que sumarlo a los otros 44,7 millones invertidos por el PSG en fichajes este verano (Gameiro, Menez, Matuidi, Sissoko, Bisevac, Sirigu y Douchez). En total, 87,7, más que nadie en Europa. El dinero lo pone su nuevo dueño, el fondo de inversión catarí Qatar Sports Investments (QSI). Arsène Wenger, técnico del Arsenal, ya se ha inspirado en el club inglés que fue adquirido por un fondo de Abu Dhabi en 2008 para rebautizar al PSG: "Es el Manchester City francés".

A finales de junio, el PSG hizo oficial la adquisición del 70% de sus acciones por parte de QSI, entidad fundada en 2005 por Tamim Al-Thani, príncipe heredero de Catar y pariente del jeque que el pasado verano compró el Málaga. El fondo pagó 50 millones a la anterior propietaria, la americana Colony Capital, y asumió la deuda de la entidad (otros 20). El objetivo, convertir al PSG en una potencia futbolística continental. "Trabajaremos para convertirlo en un gran equipo y en una marca fuerte en la escena internacional, de la que los seguidores se puedan sentir orgullosos", aseguró poco después de que se cerrara la operación Nasser Al-Jelaifi, presidente de QSI, del Consejo de Supervisión del PSG y propietario de la televisión catarí Al-Jazira, que acaba de comprar parte de los derechos del fútbol francés a partir de 2012.

El PSG, fundado en 1970, tiene en sus vitrinas dos Ligas, ocho Copas y una Recopa, y no se clasifica para la Liga de Campeones desde 2004 (este año jugará la Liga Europa). Esa es la situación que quiere revertir lo más rápido posible QSI, que ha encomendado la dirección deportiva de su faraónico proyecto al brasileño Leonardo, exentrenador de Milan e Inter. Para ficharle, el club se deshizo previamente del que había sido su presidente desde 2009, Robin Leproux. Leonardo, de 41 años, quiere concentrar en sus manos todo el poder de la gestión deportiva. Militó una campaña en el PSG (1996-97), goza de una gran imagen entre la afición y, según Al-Jelaifi, "es el mejor para ocupar el cargo". "Para mí no fue fácil irme de Italia, tenía mi vida en Milán", afirmó en su presentación; "estoy aquí por el vínculo personal que tengo con el PSG y para construir un proyecto a largo plazo".

La presión más inmediata, en cualquier caso, recaerá sobre Antoine Kombouaré, técnico del cuadro parisino desde 2009. Cogió las riendas de un equipo que se había salvado por los pelos del descenso y en dos años ha jugado dos finales de Copa (ganó la de 2010) y ha vuelto a entrar en la pelea por la zona de Champions. Un rendimiento suficiente para que Leonardo le haya confiado la manija de su proyecto sobre el terreno. Aunque no rehúye la responsabilidad, advierte de que "el éxito no llega en un día". "Todo el mundo espera que lleguemos lejos después de todo el dinero que hemos invertido", dijo el pasado fin de semana; "pero debemos acentuar el hecho de que los fichajes son jóvenes talentos que todavía no han ganado nada". Su primera oportunidad para empezar a erigir un nuevo imperio, ante el Lorient el próximo sábado, cuando arrancará la Ligue 1.