Una derrota lejana
Muller, con el que Nadal seguirá pugnando por un puesto en octavos, fue el último en batir al español en Wimbledon al margen de Federer
Cuando Nadal pisó ayer la superficie de la pista 1 -la primera vez en esta edición de Wimbledon que no ha jugado en la central- es probable que haya recordado esa tarde de hace seis años y un día (fue el 23 de junio de 2005) en la que por última vez una cara diferente de la sobradamente conocida de su rival y amigo Federer, le derrotó en el grande británico. Pudo con él en la segunda ronda el luxemburgués Gilles Muller (6-4, 4-6, 6-3 y 6-4), el mismo rival que se ha cruzado en el camino del número uno hacia la revalidación del Grand Slam sobre hierba en un partido que conocerá su desenlace hoy, tras ser suspendido por lluvia y finalmente aplazado hasta a las 14.00 (Nadal ganó en el tie-break -8 a 6- el primer set).
Muchas cosas han cambiado desde entonces. Nadal tenía 19 años. Acababa de ganar su primer Roland Garros y lo intentaba por segunda vez en Wimbledon, después de que en el primer intento, en 2003, con 17 años, le hubiese frenado el tailandés Paradorn Srichaphan en tercera ronda. Muller, con 22 años (28 ahora), era el número 69 mundial y acababa de superar por primera vez una ronda de un Grand Slam en cuatro participaciones, el primer tenista luxemburgués de la era open (desde 1968), en conseguirlo.
Hoy Muller es el número 92 del ranking, aquel mismo año alcanzó su techo (59) y nunca logró materializar la calidad que apuntaba como junior: número uno, finalista en Wimbledon y campeón en el Abierto de Estados Unidos. En su carrera de adulto, solo una vez consiguió mejorar en un grande esa tercera ronda que alcanzó en Wimbledon, cuando, en 2008, llegó hasta los cuartos de final en Nueva York. Las armas que permitieron al corpulento luxemburgués (193 cm y 92 kg) derrotar a Nadal en 2005 son las mismas que ha utilizado hoy para incomodar al campeón de Manacor obligandole al tie break y a levantar dos bolas de set en contra: un saque poderoso con el que puede superar los 200 km/h, buenas voleas y una pizca de inconsciencia que le permite arriesgar golpes ganadores con su zurda.
Después de aquella vez, los dos tenistas solo se volvieron a encontrar, siempre en 2005, en la tierra de Barcelona, donde Nadal ganó 6-0 y 6-2. Tras la derrota de hace seis años, un Nadal humilde y ambicioso a la vez afirmó: "Federer dijo hace unos días que para poder jugar bien en hierba tiene que gustarte. Y a mí me gusta y quiero ganar en Wimbledon. Será mi objetivo hasta el final de mi carrera". No debió esperar tanto. Un año después ya sería finalista. Perdió dos veces en el último acto con Federer (2006 y 2007) y después levantó dos veces el trofeo británico (2008 y 2010). Su apabullante carrera ha reducido el recuerdo de la derrota contra Muller a una mera anécdota.
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