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El pequeño gigante

Buonanotte, que mide 1,59 metros, aterriza en La Rosaleda con la aureola de regateador nato

Dicen que la esencia se recoge en frascos pequeños. Tal vez por eso, Diego Mario Buonanotte (Teodelina, Argentina; 1988), uno de los últimos talentos que ha germinado en la prolífica pedrera argentina, es un futbolista diminuto. Apenas alcanza 1,59 metros, pero su figura cobra la dimensión de un gigante cuando recibe la pelota, divisa el arco y encara con su extraordinaria pierna izquierda. Y, tal vez por eso, le haya costado tanto a River Plate desprenderse de su joya y dejarle marchar a Málaga, donde ya auguran grandes tardes de fútbol con El Enano, como le tildan cariñosamente.

De rostro juvenil y pelo ensortijado, en Buenos Aires le comparan con un querubín, pero por su descaro y las diabluras que hace con el balón. Que se lo pregunten a Neri Cardozo, exjugador del Boca Juniors, al que todavía le escuece un antológico caño a la media vuelta, pisando la cal, con el que Buonanotte, que por entonces solo contaba 19 primaveras, le sacó los colores en su primer clásico. "Me rayó la pierna, cerquita del aductor... Encima, en la zurda, mi herramienta de trabajo", bromeaba al día siguiente.

Aquella acción enamoró a Argentina. Y, también, a Daniel Passarella, el técnico que le hizo debutar y le dio carrete para algarabía de la hinchada de El Monumental, aferrado al embrujo del Enano. Lo corrobora Ángel Cappa, que le dirigió la temporada pasada. "Es un jugador diferente, de un talento extraordinario. Tiene una gran capacidad para ver el juego, para dar un pase de gol o marcar, desequilibrar con una gambeta...". Un estilo similar al de El Burrito Ortega, su espejo, su ídolo, y por el que, en una señal de respeto, ha rechazado siempre portar el número 10 de River.

De padre futbolista -Mario fue un afamado jugador del Independiente de Junín en la década de los setenta-, su carrera a punto estuvo de verse truncada por un brutal accidente de tráfico en el que fallecieron tres de sus mejores amigos. Él, el único que llevaba el cinturón de seguridad, salvó la vida, aunque sufrió una doble fractura del húmero y la clavícula, y severos daños en un pulmón. Se repuso, superó el mazazo psicológico y siguió deleitando a los aficionados de River, testigos de 24 dianas (en cinco años) y acciones impregnadas de fantasía. Ahora quedan resignados ante su marcha a la Costa del Sol, previo desembolso de 4,5 millones de euros, tras un año dificilísimo para la entidad platense. "Estoy muy ilusionado", manifestó con una obviedad Buonanotte antes de pasar el reconocimiento médico con el Málaga. No menos que el técnico Manuel Pellegrini, que dispondrá de un media punta genial, oro en Pekín 2008 y campeón del Clausura ese mismo año. Un pequeño muy grande.

Buonanotte, tras firmar en enero su acuerdo en las oficinas del Málaga.
Buonanotte, tras firmar en enero su acuerdo en las oficinas del Málaga.MÁLAGACF.COM

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