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Neymar, el espíritu de Garrincha

Pese a solo llevar tres goles con Brasil, los principales clubes se disputan al irreverente brasileño de 19 años

Neymar da Silva (Mogi das Cruzes, São Paulo; 1992) ha sido comparado con algunos de los grandes. Pero no se parece a nadie. Solo a sí mismo. Su irreverencia cotiza muy alto. Los principales clubes afilan los tentáculos ante lo que pudiera ser uno de esos jugadores de época. Pudiera ser porque, hasta el momento, solo lleva tres goles en la selección brasileña desde su debut el 10 de agosto de 2010 frente a Estados Unidos. Acaba de llegar a la canarinha, como quien dice, pero viene precedido de todo tipo de exhibiciones y espectáculos en el Santos, el club que en su día alumbró el nacimiento de O Rei Pelé.

En febrero de 2010, por ejemplo, Neymar se permitió el lujo de humillar en un penalti a Rogerio Ceni, del São Paulo, una institución del fútbol brasileño: le marcó el tiro hacia un lado, esperó y se lo envió al otro, cuando Ceni ya estaba en el suelo. Un crío de 18 años engañando de paradinha a un veterano de 37, osadía criticada por Kaká, el atacante del Real Madrid, en su cuenta de Twitter. Claro que la transgresión no siempre le salió bien a Neymar y en otra ocasión, imitando la picadita del Panenka en la Eurocopa del 76, le pasó el balón suavemente al portero. No se le quitaron las ganas de seguir lanzando las penas máximas. Al contrario. Se enfadó tanto el día que, ante el Atlético Paraenense, su entrenador, Dorival Junior, lo instó a que no lanzara un penalti, que se pasó el resto del partido sin pasar la pelota, enfurruñado y enmarañado en acciones individuales.

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"Estamos creando un monstruo. Neymar es un maleducado", gritó el comentarista de la televisión brasileña. El conflicto terminó con el despido del técnico que había ganado el campeonato Paulista y la Copa. El ataque de ego del jugador, del que dijo arrepentirse ("espero no volver a cometer nunca el mismo error") tan solo le costó un partido de sanción y la exclusión con la absoluta de los amistosos frente a Irán y Ucrania.

El chico esmirriado, de ojos claros y pelo a lo mohicano, se siente muy superior a los demás. Y, más que con Pelé, prefiere que lo comparen con Garrincha, el más amado por los brasileños por la carga romántica y trágica del mejor regateador de la historia. Neymar, además, tiene instinto asesino ante el meta rival, algo ausente en su primer ídolo y actual compañero en el Santos, el exmadridista Robinho, con quien comparte el amor por las bicicletas y los quiebros enrevesados. Le gusta perfilarse desde la izquierda para lanzar sus ataques de segundo delantero. Necesita participar mucho del juego. Disfruta de crear, finalizar y, por supuesto, de bailar una danza distinta en cada celebración. Le acompaña la velocidad y el cambio de ritmo, así como un exquisito manejo del balón con ambas pies pese a ser diestro.

Carlos Dunga desconfió de tanto espectáculo y lo excluyó de la convocatoria para el pasado Mundial de Sudáfrica 2010. A pesar de que se lo habían pedido Pelé, Romario y otras 14.000 firmas. Más sensible al talento, el nuevo seleccionador, Mano Menezes, lo hizo debutar el 10 de agosto de 2010 ante Estados Unidos. Tardó 28 minutos en marcar: cabeceó un centro de André Santos en la victoria de la canarinha (2-0).

La expectación le ha acompañado casi desde que entrara a los 11 años en la cantera del Santos. Suma 65 goles en 130 partidos en tres años en un ataque fabuloso completado por Ganso (la catapulta), Robinho y André Ribeiro. Y las ofertas le llovieron desde su recital en el Mundial Sub 17 de 2009. Una de ellas, los 15 millones ofrecidos por el Aston Villa en 2010, fue rechazada por el Santos. El 30 de noviembre de ese año, el club de São Paulo vendió un 5% de la futura venta del jugador por 1,5 millones a un grupo de inversión, Tercera Estrela Investimentos, subsidiaria de una cadena de supermercados. Tarde o temprano, el heredero del espíritu de Garrincha piensa volar a un club europeo.

Neymar, durante un partido con la selección brasileña
Neymar, durante un partido con la selección brasileña

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