Crisis total en el tenis femenino
Tras caer Wozniacki en tercera ronda, las dos favoritas al torneo no llegan por primera vez en la historia a octavos en un grande
Los datos explican mejor que nada la crisis total del tenis femenino. La danesa Caroline Wozniacki, que es la número uno del mundo, perdió hoy por 6-1 y 6-3 en tercera ronda contra la eslovaca Hantuchova. La belga Kim Clijsters, que es la número dos, se despidió el jueves ante la holandesa Rus. Nunca en la historia de los grandes habían cedido las dos mejores tenistas antes de los octavos de final, según indicó la WTA. Jamás hubo un top-10 tan discutible, con una número uno que nunca ha ganado un grande; solo ocho títulos del Grand Slam repartidos entre las otras nueve; y una serie de nombres desconocidos para el aficionado medio.
El tenis femenino ha escrito algunas de las mejores páginas de la historia de su deporte. Hoy, rodeado de más flashes que sustancia, vive una época de transición entre las campeones que fueron (Justine Henin, retirada), las que tienen fecha de caducidad (las temibles hermanas Williams, lesionadas) y las que no llegan a brillar con la fuerza de sus predecesoras, mujeres que lograron que se bautizaran pistas con sus nombres de hazaña en hazaña (Suzanne Lenglen, Margaret Court); tenistas que emocionaron a diferentes generaciones (Martina Navratilova, Chris Evert, Billie Jean King, Steffi Graf); o que hicieron soñar a países enteros (Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez, Martina Hinguis y tantísimas otras).
La lista de nombres brillantes del tenis femenino es infinita. Hoy, sin embargo, pocas jugadoras aguantan las comparaciones con el pasado. Apenas la rusa Sharapova o Clijsters, que llegó a París aún convaleciente de una lesión de tobillo sufrida durante la boda de su primo, sostienen la llama de una especialidad en la que ya nada sorprende; donde se suceden una tras otra las roturas de servicio; sobrevive en la cuarentena la japonesa Date, la número 51; y donde cualquier desconocida puede tutear a una top-10.
"Me hacen muchas preguntas sobre la profundidad de la competición en el tenis femenino, sobre si merezco el número uno", dijo Wozinacki. "Sé que tienen que escribir sus artículos, pero el tenis es un deporte en el que solo uno puede ganar. No hay empates. Kim tuvo una derrota dura. Yo también. Esas cosas pasan. Si somos la número uno y la número dos, algo haremos bien. Debemos seguir adelante", prosiguió. "Cuando era pequeña, me dijeron que no podría ser una gran profesional, que los daneses no tenemos la mentalidad adecuada, bla, bla, bla. Sé de lo que soy capaz. Sé que soy una gran jugadora. Volveré siendo mejor".
La número uno se despidió de París y el tenis femenino se quedó como estaba: anestesiado de tantas sorpresas, acostumbrado a los terremotos, y sin nadie que pese ni domine durante más de tres torneos grandes seguidos.
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