La Real, en su jeroglífico
A los blanquiazules les vale el empate pero el Getafe parte con la necesidad de ganar
Del mal fue el menos, pero no dejó de ser inesperado. Que la Real se juegue buena parte de su futuro en Primera División era algo impensable en la primera vuelta, algo risible el principio de la segunda y algo posible, aunque lejano en el último partido. El equipo donostiarra ha pasado por todos los estadios posibles en su estado de ánimo y al final se ha visto abocado la sístole y la diástole de la última jornada, además contra el Getafe, al borde del infarto.
Le salva a la Real la victoria y el empate, dos de los tres resultados posibles, lo que es una garantía cuando hay seis equipos afectados en la lucha por el descenso. El jeroglífico, pues, es de los cotidianos, de los que no exigen una habilidad ultrasensorial para resolverlo. Pero aún así es peligroso.
La victoria y el empate salvan a los de Lasarte, pero una derrota ante el Getafe les deja con una red a demasiada altura. La Real solo prodría empatar a puntos (en caso de derrota frente al Getafe) con Mallorca y Osasuna (en caso de que perdieran) y Deportivo, en caso de que empatara. Ahí empieza el jeroglífico para expertos, el pinganillo de la radio y las cábalas de la clasificación. La Real gana el gol average particular al Deportivo (3-0 y 1-2), lo pierde con Osasuna (1-0 y 1-3) y con el Mallorca (1-0 y 0-2).
A partir de ahí todo son cábalas porque en los empates múltiples el gol average se convierte en una liguilla entre varios en la que intervienen los resultados entre los ajenos.
La Real sufre con las cábalas, pero tiene clara una cosa que afecta a todos los equipos afectados por el descenso: depender de sí mismos. Unos, de la victoria, caso del Zaragoza, otros con la muletilla del empate como aliado.
Por si acaso, la Real quiere Anoeta lleno y ha ofrecido a los abonados la posibilidad de comprar entradas a 10 euros. Todo es necesario para un equipo que se instalaba hace unos meses en Europa y ahora, el cúmulo d resultados le han conducido a la última operación.
La felicidad de la Real tras vencer al Barcelona provenía más que de la hombrada de la sensación de haberse salvado de la quema, pero el cúmulo de extraños resultados le han conducido a una situación inesperada. Mucho ha tenido que ver la escasa respuesta del equipo en los partidos a domicilio, donde se hacen buenos los resultados en casa.
Ahora recibe al equipo más inoportuno de la Liga, el Getafe, que se había acostumbrado a Europa y ahora ha vuelto a la lucha por la supervivencia. Un equipo al que el empate solo le pone un respirador en los pulmones, según los resultados. No es un invitado adecuado. La Real tiene, por ello, poco margen de especulación. No puede jugar inicialmente con el reloj ni con el rival, sino contra el rival. El infierno está demasiado cercano como para olvidarse de sus llamas.
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