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El último servicio de El Loco

Palermo, máximo artillero de la historia de Boca, sella el triunfo 'xeneize' sobre River en su despedida del gran clásico argentino

"No le puedo pedir más al de arriba". Conmovido, entre lágrimas, así se despedía Martín Palermo de La Bombonera en su último clásico frente River. El ariete, protagonista con mayúsculas del envite liguero entre Boca y los millonarios, selló el triunfo del conjunto xeneize con un manso testarazo que superó por alto a Carrizo y que deja en una delicada situación a los millonarios, más cerca ahora del descenso e inmersos en una profunda crisis esta temporada.

No arrancó bien el partido para River, recibido con una impresionante lluvia de plumas por la hinchada local y al que un estrepitoso error de su guardameta en el primer tramo del encuentro le supuso una losa insuperable. Un fallo que encarriló el triunfo de Boca, cuyo juego fue más práctico que estético y que se aferró a su delantero centro, poderoso en el jugo de espaldas, torpón en el toque pero implacable otra noche más.

No desperdició la ocasión El Loco, máximo artillero de la historia de Boca con 234 dianas, para sentenciar a su rival. Fiel a su estilo, cazó al vuelo un balón dividido, procedente de una serie de rechaces, y lo elevó mansamente a la red para rubricar el 2-0 definitivo cuando todavía quedaba un mundo para que finalizase el encuentro.

Lo intentó River, enganchado a la dirección plástica del joven Erik Lamela, y respondieron los futbolistas xeneizes con una clase de oficio y templaza ante el estado de confusión de Riquelme, su brújula, que no termina de reencontrarse. Incrementaron su presión los de Juan José López, que reclamaron hasta tres penas máximas en el área de Boca pero que apenas intimidaron a su adversario.

El duelo, volcánico, se endureció hasta tal punto de que Almeida y Clemente estuvieron a punto de llegar a las manos y tuvieron que enfilar el túnel de vestuarios nada más arrancar el segundo acto. Ahí murió el envite, enmarañado y con dos equipos cuyo despliegue esta temporada no se corresponde con su historia, a la que sí guardó fidelidad el incombustible Palermo, que dejó de lado sus diferencias con Riquelme, al que se abrazó para celebrar su último servicio para la causa xeneize en un clásico.

Riquelme celebra a Palermo tras su gol.
Riquelme celebra a Palermo tras su gol.MARCO PÉREZ (AP)

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