Una fiesta de campeonato
Más de 350.000 personas acompañaron a los futbolistas a la carrera por Les Corts
Los campeones de una Liga tremendamente exigente la comenzaron a liar el miércoles, en el avión que les trajo de regreso de Valencia, y esa misma noche bailaron hasta la madrugada en la discoteca Bikini. El jueves invitaron a las señoras a una cena que terminó con karaoke y ayer se fueron juntos de comilona, a un restaurante de fuera de la ciudad, antes de subirse a un autobús ilustrado con retratos de los campeones. En la parte delantera se incluyó una frase en recuerdo del pueblo de Lorca, golpeado el miércoles por un terremoto. "Llorca al nostre cor [Lorca en nuestro corazón]", se podía leer en el frontal del vehículo donde los futbolistas y el cuerpo técnico compartieron su alegría con unos 350.000 aficionados, que se engalanaron para la ocasión.
Por guiños del callejero, la cabalgata, que partió de la explanada del Camp Nou, discurrió por la calle de la Riera Blanca y la avenida de Madrid, antes de subir por Entença y regresar al Camp Nou por la Travessera de les Corts. El recorrido fue más corto de lo habitual, pero suficiente para que dejara imágenes propias de una fiesta. Hubo muchos gorros: Abidal se puso uno de la Guardia Urbana; Alves apostó por el de los Mossos; el rapero, de Pinto, fue de cabeza, e Iniesta se tocó con el más colorido, tipo bufón. Raro fue el jugador que se libró de una ducha de Piqué, ya fuera con cava, cerveza o de un refresco de cola ?el peor parado fue, sin duda, Messi, que terminó empapado? y los pocos que bailaron con el autocar en marcha, cerca estuvieron de causar alguna lesión. A Guardiola se le vio feliz y comedido, como siempre, disfrutando de la alegría de sus jugadores, sus ayudantes y, por supuesto, los aficionados, muchos de ellos con la cara pintada de azul y grana.
La calle lucía llena de familias, con la mayoría de los niños subidos a caballito de sus padres. También gente mayor entregada, sobre todo a Guardiola. Cochecitos. Motos, bicis, contenedores, incluso sillas y mesas de la terraza de algún bar dificultaban el paso. Los jugadores, subidos en lo alto, apenas podían percatarse del esfuerzo físico de su hinchada, que trataba de seguir la comitiva corriendo. Los gritos de las jovencitas, en cambio, sí llegaban cada vez que Piqué se movía. El defensa se subió por un momento al asiento del bus y empezó a balancearse mientras Puyol y Xavi le tiraban del pantalón para que se sentara. Las niñas gritaban enloquecidas, pero el pantalón se mantuvo en su sitio; no hubo suerte.
A las 20.15, el bus llegó a ritmo de batucada y acompañado por los cánticos de "¡campeones!" a la Travessera de les Corts. Los cuatro kilómetros de recorrido casi estaban cubiertos. El Camp Nou estaba a dos pasos y, cuando el bus desaceleró al mismo tiempo que la batucada, los bailoteos y los cánticos aumentaron.
En ese momento, el estadio ya estaba lleno y hubo que cerrar las puertas. Antes, para amenizar la espera, habían tocado grupos como Macedonia, Dr. Calypso y Obrint Pas. Fue una fiesta de campeonato.
![Multitud de gente se ha lanzado a las calles de Barcelona a saludar al campeón de Liga.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/S6WNL4M7RA2KCY2CPUFARZUXEQ.jpg?auth=c8c76939074a7f936b3f3cf6e8652afc7e579ada1883ae065953f319b924913c&width=414)
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