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Una juerga, una dentellada

El gol a última hora de Aranburu acerca la salvación de la Real Sociedad y hunde al Zaragoza

Un latigazo de Aranburu en el último resuello, que cruzó un mar de piernas en el área, muro insalvable para la visión del portero, acabó en gol y en un salvoconducto para la Real Sociedad casi del todo fiable para eludir el descenso. También fue un hachazo mortal para el Zaragoza, que se hunde en la parte baja de la tabla, que le restan solo dos oportunidades para no dar con sus huesos en el descenso. Cuando golpea la desazón y la angustia, cuando la necesidad aprieta, aparecen los jugadores señalados, esos confeccionados para cobrarse el protagonismo. El Zaragoza tiene en el pie de Gabi un seguro desde el punto de penalti (seis golpeos y seis goles) y la Real descubre en Tamudo un delantero hecho para las grandes citas. El goleador y el capitán dieron dos dentelladas, pero fue Aranburu el que clavó el aguijón definitivo.

Real Sociedad, 2 - Zaragoza, 1

Real Sociedad: Bravo; Carlos Martínez, Demidov, Ansotegi, De la Bella; Xabi Prieto, Rivas (Ifrán, m. 75); Aranburu, Zurutuza (Sutil, m. 67), Griezmann; y Tamudo (Bergara, m. 75). No utilizados: Zubikarai; Elustondo, Estrada y Labaka.

Zaragoza: Doblas (Leo Franco, m. 65); Lanzaro (Sinama, m. 89), Jarosik, Da Silva, Paredes; Ponzio, Gabi; Lafita, Ander Herrera, Bertolo (Boutahar, m. 46); y Uche. No utilizados: Obradovic; Edmilson,Jorge López y Pintér.

Goles: 1-0. M. 24. Tamudo. 1-1. M. 56. Gabi, de falta. 2-1. M. 88. Aranburu.

Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Griezmann, Zurutuza, Lanzaro, Ander, Tamudo, Xabi Prieto e Ifrán.

Unos 25.000 espectadores en Anoeta.

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Un capitán a la medida de la Real

Aguirre llegó al club aragonés como parche de urgencia, con la idea de ponerle pegamento a las líneas, abrochar la zaga e insuflar confianza. Funcionó a medias porque la defensa tiene muchos agujeros y porque la fe se evapora sin goles. Pero en tiempos de precariedad, el fútbol no es lo prioritario, sino el resultado, el remate final. Por eso se batieron con nervios y tembleque la Real y el Zaragoza, en un duelo de tarascadas, patadas oportunas para evitar los contragolpes, sin intención de rasear el cuero. Así lo aclararon los dos porteros, que siempre lanzaron el balón en largo, como si estuviera prohibido jugarla desde atrás. Sin elaboración; sin toque ni mezcla. Se perseguían las segundas jugadas, el ataque corto y el pase largo, la ocasión de oro. No amenazó el Zaragoza, que en el primer acto contó tres disparos, todos a las manos de Bravo, insulsos y carentes de malicia. Tampoco replicó con fiereza la Real, sin preocupaciones en la retaguardia y confiado a Tamudo. No falló.

Tras un gol anulado por fuera de juego, Tamudo se definió. A un saque de puerta de Doblas -largo, claro-, respondió Zurutuza con un cabezazo al otro lado de la red. Tamudo, avispado, se giró tres segundos antes que Jarosik y le ganó la posición, ya frente a Doblas, que midió fatal la salida y se perdió en una patada al aire. Gol de Rulo, gol marca de la casa. En el fango, Tamudo es el rey. Habituado a ganarse la vida en solitario, pertinaz en el esfuerzo, atento a cualquier rechazo, imán para las segundas jugadas y pilo por definición, Tamudo se mueve con soltura en el barullo. Anoeta ya lo sabe.

No se dio, en cualquier caso, el Zaragoza por abatido. En el barranco del averno, apremiado ante la angustia, el equipo se azuzó. Estiró las líneas, buscó con denuedo el pase interior al movimiento de Uche -como ese que le regaló Boutahar pero que el punta desaprovechó al acomodar mal el cuerpo en el disparo- y acabó por morder. El bocado corrió por parte de Gabi, brazalete en mano, agitador del equipo. Soltó un zapatazo sensacional en una falta directa. El esférico pasó por encima de la barrera, con poca altura para restar el tiempo de reacción del portero, y ajustado al palo. Como mandan los cánones. Un gol de bandera. Y, espoleado por el tanto, de nuevo con el pase por dentro, el Zaragoza cercó al rival, como en ese disparo de Herrera que le siseó al palo. Pero por fuera.

La bandera blanca ya ondeaba en Anoeta, sin más fuerzas ni juego. Hasta que Aranburu, a la salida de un córner, sacó a pasear la zurda y batió a Leo Franco. Tamudo y Aranburu reactivaron y medio salvaron a la Real Sociedad, al tiempo que se la jugaron al Zaragoza, a un paso de la quiebra, del naufragio.

Los jugadores vascos celebran el triunfo
Los jugadores vascos celebran el triunfoJAVIER ETXEZARRETA
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